Columna


De fobias con fobia (1)

JAIME ANGULO BOSSA

28 de mayo de 2011 12:00 AM

JAIME ANGULO BOSSA

28 de mayo de 2011 12:00 AM

Soy de una generación cuyo lenguaje juvenil estuvo provisto de gruesos prejuicios  contra los diferentes, lanzados para herir su frente con pedruscos de mala fe y su dignidad con creencias demoníacas de fuego y ceniza. Era y es la guerra, sin tratado de paz alguno, contra minorías sexuales, religiosas, ideológicas, políticas y raciales que en vano izan la bandera de su condición humana para ser respetadas. Los guardianes de la ira se la quitan de las manos y rasgándola con feroces cuchilladas, despedazada envuelven con ella sus cadáveres, tal la aversión contra su existencia. Su muerte sigue, pues no dejan de oírse  los disparos de quienes arrojan de continuo contra ellos sus rencores culturales. De seguro las generaciones anteriores también los esgrimieron contra los dispares de entonces, prueba de que la nuestra heredó con rabia tales fobias.
Los odios culturales de ayer son los mismos de hoy, hitos de una historia hecha por escogidos que lapidan al desigual para mostrar poder. Tal contienda fóbica, librada por los que, sustentados en supuestos soplos divinos hijos de la virilidad masculina y la femineidad de la mujer contra quienes de entre aquellos hablaban con dejos ajenos al jetabulario del macho que atontaba a la hembra con el vaho de tabaco y ron salido de su boca orgásmica, y de estas que discurrían con tonos idiomáticos de roncas sonoridades nacidas de la voz soprano perdida por su desenfrenado uso en noches de forzado amor, rompían la delicadeza de celofán de la señorita o señora verdaderas.
He aquí la escena: de un lado el ser humano puro  –hombre o mujer- dispuesto a procrear conforme los dictados de Dios, arrullados por el espíritu de asexuados ángeles ajenos a los placeres mundanos y por la carne que se mezclaba lúbricamente con aquel para desbrozar el misterio de la existencia real; del otro el mismo humano ser, pero con desviaciones sexuales, estéticas, ideológicas o filosóficas ajenas a los cartabones primarios de su género, apoyándose en la llama infernal del pecado, ardorosa cada vez porque seguía el ascendente soplo rítmico del diablo lascivo que oculto la estimulaba. De seguro, quizás,  en el fondo de su conciencia y a pesar de las disonancias internas de cada género, convivían la lumbre de la inteligencia, el sol de la belleza, la luna de las melancolías, la lágrima del dolor y las tristezas, y la vida, pura y limpia, dueña de sueños y angustias, discriminada por engreídos machos y hembras de salón al son de aberraciones escondidas tras las sombras beocias de la mediocridad.
Testigo durante años del cerco que el ser perfecto de ambos géneros, ya sexual, religiosa, ideológica, política, artística y socialmente mantiene contra los seres vistos culpables siendo sólo diferentes por no parecerse al escogido, hoy pienso sobre si debo callar como intelectual progresista, de izquierda que soy, ante el desgarro humanístico que ello entraña o si superando estúpidos temores debo denunciarlo acompañado de quienes con las mudas varas del talento luchan solos contra tamaña discriminación ya con la palabra hablada y escrita que exalta, ora con el color que reivindica y la música que transmite la transparencia inmortal de la canción.
Esta nota varonil inicia mi denuncia.

*Abogado, catedrático, ex Representante, ex Senador, ex Gobernador, ex embajador ante la ONU.

jangossa3@gmail.com

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