Columna


El pacto de indemnidad entre el Distrito de Cartagena y Acuacar no pasó de ser un falso positivo. Nos mintieron, sin lograr engañarnos.

Existe una pérdida cuantiosa, desde cuando se produjo el desastre el pasado diciembre y los contratistas desaparecieron de Colombia, sin que existieran seguros adecuados que enjugaran el siniestro o, a lo menos, mucha parte de él.
A la quiebra de los tubos sigue la quiebra en la credibilidad del Distrito y de Acuacar por su manejo del desastre. Con desconcertante lentitud fueron informando, como si el daño no concerniera al universo de los habitantes de Cartagena. Pareciera que la primera preocupación fue disipar responsabilidades y disimular las consecuencias económicas negativas para la ciudad y todos sus habitantes, para los usuarios y suscriptores de los servicios de saneamiento básico. Aflora el afán de aparentar que todo era superable sin dolientes. Faltó y sigue faltando la información completa, precisa y oportuna.
Ahora se propala que el emisario submarino estará listo en este año y que ya se tienen los recursos económicos para que esa afirmación tenga soporte real. Ciudadanos, contribuyentes y usuarios tenemos derecho a experimentar desconfianza.
¿Qué bolsillo resultará disminuido con el gasto que implica superar el desastre? Acuacar no va a pagar con sus utilidades y si lo hace, está pagando el Distrito. Entonces, ¿cuál es la fuente de los recursos? ¿Acaso las reservas que guarda, tomadas de las tarifas que hemos pagado los usuarios? Si ello es así, no hay duda que el quebranto patrimonial lo asumiremos los usuarios y la ciudad.
Pero hay algo más. Es válido suponer que esas reservas o como quiera llamársele a esos fondos, estaban destinadas a nuevos programas. Me imagino que a la expansión y reposición de los servicios de saneamiento básico, pues de acuerdo con la ley de servicios públicos domiciliarios es un componente de la tarifa que pagamos los usuarios. ¿Cuáles programas se retrasarán ahora?
Y desde luego, es imperativo preguntar ¿cuáles son las causas reales del desastre y cuáles las causas de la pérdida para los usuarios y habitantes de Cartagena? Con candorosa simpleza se dirá que la causa es la contratista EDT Marine Construction. Pero no se necesita ser un espíritu aguzado para argüir: ¿dónde estaban el dueño de la obra y su interventor? Si es tan fácil narrar en qué consistieron los errores causantes del daño, ¿por qué, habiéndose producido esos errores protuberantes a la luz del día, no fueron advertidos por la administración de Acuacar, por el socio operador, por el interventor?
Para mí tengo que por respeto a la persona de sus habitantes y por respeto a los suscriptores y usuarios, el Distrito y Acuacar tienen que desplegar máxima transparencia en este asunto. El juego de la dosificación de la información es inconveniente y aviva inquietudes, pudiendo llevar a conclusiones injustas.
Quiero insistir en que mis planteamientos son reclamo de transparencia, no son acusaciones de deshonestidad dineraria. Y enfatizo, falta mucha transparencia, cualidad que no consiste en gritar protestas de honestidad, sino en hacer accesible a todos la información completa y precisa, en forma oportuna. En caso de tanta importancia, distribuir la información en selectivos mendrugos es insultante para la ciudadanía y los usuarios.

*Abogado

hhernandeza@telecom.com.co

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