Columna


Don Quijote de la Mancha

GABRIEL RODRÍGUEZ OSORIO

27 de junio de 2012 12:00 AM

GABRIEL RODRÍGUEZ OSORIO

27 de junio de 2012 12:00 AM

He leído por primera vez y en serio "El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha", de una edición española, muy vieja, que se hizo para celebrar el tercer centenario de su nacimiento, en el año de 1847, de las cuales posteriormente se hicieron varias ediciones, esta, la mía ahora, de una edición que se hizo, tal vez en 1910, de la Casa Editorial Sopena, y que heredé de mi buen amigo Pedro Bossio de la Espriella, que a su vez el había heredado de su culto padre, Don Pedro Bossio Watts.
Es una edición que creo muy fiel a la original. Por lo antiguo del lenguaje, cuando  por ejemplo la letra hache (H) todavía era la efe (F).
No ha habido en la literatura universal personaje más perspicaz y penetrante que el ingenioso hidalgo. La lectura de Don Quijote es un único poema largo que mantiene un ritmo frenético y delirante como nunca se ha leído en lengua alguna. Un poema gracioso y trágico, con una fonética muy fluida y cautivante. Ni siquiera los personajes de “Cien años de soledad” pueden igualárseles y hasta podría decirse que José Arcadio es una prolongación de este.
Todos somos de alguna manera como Don Quijote; ilusos, enamorados, egoístas, aventureros, optimistas, trágicos, predestinados, pero sobre todo exagerados. Exageración que le viene por predisposición divina, producto de su sentido de la virtud, y su predestinación; la de ser un caballero andante, que lo que busca y quiere es aplicar la justicia que por mandato casi divino se le ha otorgado.
Todos somos de alguna manera como Don Quijote, porque resume su personaje la cosmogonía del hombre. El mismo Cervantes vivió una vida trágica y la desgracia fue su eterna acompañante. En el año de 1915, a decir del crítico literario Miguel Oliver, “Cervantes pisó todos los caminos, descansó en todas las ventas (léase hostales), codeose con toda suerte de andariegos: oidores que van a India, peruleros que vuelven enriquecidos, soldados valentones, mozos de mula, mujeres del partido (léase putas), estudiantes, canónigos, bachilleres, cuadrileros, cómicos, doncellas trashumantes. Solamente Cervantes vivió esa vida pululante y variada que le da ese panorama amplio y universal del ser humano”.
Ni los Buendía de García Márquez, ni ninguno de los personajes de Shakespeare, ni  ninguno de la literatura mundial, son tan patéticos y tan bien descritos como los de este ingenioso personaje, que resume la complejidad y la universalidad del hombre. Por eso Don Quijote ha trascendido todas las fronteras, convirtiéndose en una identidad universal, confirmando lo de siempre. La región es el universo. El mundo es una aldea.
Es por eso que cuando el personaje salió a la luz en su primera publicación en el año de 1605 fue inmediatamente acogido por el pueblo con entusiasmo delirante y ese mismo año alcanza seis ediciones y es traducido a varias lenguas europeas.
Recomiendo para alentar la vida diaria y salir del marasmo de la cotidianidad, leer a Don Quijote de la Mancha. El más grande personaje de la literatura universal.

gabrielrodriguezosorio@hotmail.com

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