Columna


Dura de armar

ALBERTO ABELLO VIVES

16 de julio de 2011 12:00 AM

ALBERTO ABELLO VIVES

16 de julio de 2011 12:00 AM

Se inició la inscripción de candidatos a la alcaldía de Cartagena. Los próximos 3 meses serán de campañas electorales y el 1° de noviembre la ciudad sabrá quién la gobernará durante cuatro años a partir del 1° de enero entrante. Pero en estos momentos la incertidumbre es grande. Más de una docena de posibles candidatos que aspiran a llegar al Palacio de la Aduana se creen con competencias para administrar esta ciudad tan dura de armar.
Una ciudad inconclusa, construida a retazos y desigual; esa es la Cartagena heredada del pasado. Mientras en otras ciudades del Caribe a lo largo de las últimas cuatro décadas se estimularon programas locales para organizar y legalizar el crecimiento informal y espontáneo y alcanzar así un trazado urbano normalizado a la par de la llegada de los servicios públicos, aquí hay barrios ocupados por los sin techo que llevan esas mismas décadas sin poder recibir atención gubernamental por ser ilegales.
Aún está vigente la armada de una ciudad que ha crecido de manera irregular en todo. Pronto contará Cartagena con un sistema de transporte con modernos buses articulados y estaciones lujosas pero no se sabe cuándo desaparecerá el anacrónico sistema de camperos destartalados para llevar a la población por el Paseo Bolívar hasta San Francisco y la Esperanza, por esa ciudad sin bordillos, sin andenes, cubierta de polvo y barro.
La ciudad es como un rompecabezas. Miles de pequeñas partes que se intenta juntar, armándose en medio de grandes vacíos, con la peor de las posibilidades: que lo armado pronto se desbarate. ¿Cuántas veces no se ha visto que la falta de planeación hace demoler lo construido?
Con los esquemas privados para prestar servicios públicos avalados por la Constitución del 91, que está de festejos por estos días, la administración pública delega y pierde capacidad de gerencia. Así que hoy, a pesar de tener voluntad y hacer mucha gestión para poner en cintura a las empresas privadas prestadoras de servicios públicos se ven las enormes dificultades para que cumplan al Gobierno en coberturas, continuidad y calidad del servicio. El manejo de las basuras por fuera del Centro Histórico y las zonas turísticas o la prestación deficiente y a retazos del servicio de energía eléctrica son dos botones para la muestra.
Y cuando se trata de rectificar, de corregir el rumbo, de reorientar las acciones, es difícil tener éxito completo en el primer intento; sólo la persistencia y la continuidad lo favorecen. Y en materia de dificultad mucho entiende la Administración, a la que se le acaba el tiempo entre logros inobjetables y saldo positivo. Por ello, en el próximo ejercicio de la democracia es preciso recordar lo dura que es esta ciudad y las altas calidades que exige a los gobernantes esta condición. Esta ciudad dura sabe lo costoso que resultaría dar un paso atrás.
No se trata de pregonar el continuismo en lo político; se trataría más bien –en medio de la democracia- de promover grandes continuidades de la ciudad, para que no se detenga el avance de lo positivo y se comience el llenado de los vacíos que van quedando. Para ver si algún día el rompecabezas se completa.

*Profesor universitario

albertoabellovives@gmail.com

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