Es una escena que se repite: un docente le dice a un alumno que guarde su BlackBerry al notar que el jovencito descargó los Derechos del Hombre para ayudarse en un examen escrito que debía entregarle en 20 minutos.
¿Hizo bien el profesor? ¿Tiene sentido seguir pidiéndoles a los estudiantes memorizar informaciones que de todas maneras están al alcance de todos? ¿No sería mejor enseñarles a sacar provecho de los portales de videos en los que se pueden ver conferencias, discursos y presentaciones animadas de temas como la cadena alimenticia, la Revolución Francesa, el ciclo del agua y un universo de contenidos que miles de expertos compartieron para uso masivo?
Un profesor que le impide a sus alumnos descargar de su celular los Derechos del Hombre está enfrentándose –inútilmente- a una revolución que ya llegó, y que desencadenó una avalancha de información y contenidos que, de paso, cambió la forma de vivir y de asumir el conocimiento.
Incluso, los psicólogos que estudian este fenómeno lo bautizaron Efecto Google, según lo publicó el diario madrileño El País en agosto pasado en un artículo titulado ‘Google ya es parte de tu memoria’: “Si ya hubo que hacer un esfuerzo hace 40 años para explicar que saber multiplicar seguía siendo útil aunque existieran calculadoras, la memoria es la siguiente capacidad que se arriesga al desuso. Porque, ¿para qué aprenderse las capitales del mundo cuando Internet las da actualizadas en milésimas de segundo?” (31-07-2011).
Es cierto que para acoger estos cambios es necesario modificar toda la estructura del sistema educativo colombiano, y que la sola idea tiene visos de quimera. Pero por lo menos hay que empezar la discusión en foros, congresos, y por supuesto, en los colegios del país.
La educación no debería seguir siendo asumida como la acumulación de saberes meramente teóricos, muchos de los cuales ni siquiera tienen asidero en la vida cotidiana de los estudiantes. Las preguntas que deberían propiciar en los estudiantes quienes tienen en sus manos el destino educativo de miles de ellos, son: ¿cómo transformo lo que sé?, ¿qué hago con toda esa información que tengo a un clic de distancia?, ¿cómo transformo mi realidad con todos estos conocimientos?
Un gran paso sería pensar cómo podemos ‘hablar’ el mismo idioma de los jóvenes de hoy. Cómo hacerles ver que a través de Internet, de las redes sociales y de los celulares, también se puede aprender y promover el conocimiento.
Un profesor se quejaba de que los estudiantes preferían usar Wikipedia antes que las bases de datos de la universidad en la que trabaja, debido a que las consideraban complicadas y lentas. Pregunto: ¿por qué dichas bases de datos no las asemejan a Wikipedia para que su funcionamiento sea más fácil, los estudiantes las sientan propias y comiencen a usarlas?
Ahí está Twitter. ¿Por qué no enseñarles redacción a los estudiantes de Comunicación Social usando Twitter, plataforma virtual en la que sólo se permite escribir 140 caracteres? Se sentirían en su ‘ambiente’ y se verían obligados a sintetizar y escribir ideas cortas y contundentes, logrando párrafos sustanciosos. Y de párrafo en párrafo se construye un texto.
De eso se trata, de ‘hablar su idioma’.
*Periodista, candidato a Magíster en Educación.
jorgeerazo1@hotmail.com
*Rotaremos este espacio entre distintos columnistas para dar cabida a una mayor variedad de opiniones.
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