Columna


Ejemplo para no imitar

RUDOLF HOMMES

18 de octubre de 2010 12:00 AM

RUDOLF HOMMES

18 de octubre de 2010 12:00 AM

El Partido Republicano de los Estados Unidos, unido al Tea Party, movimiento populista de extrema derecha que financian unos hermanos multimillonarios, se prepara para repetir contra Obama lo hecho con menor ferocidad a Bill Clinton en la mitad de de su primer mandato: obtener una mayoría por lo menos en una de las cámaras del Congreso para paralizar al Gobierno y bloquearle las iniciativas progresistas. También empapelan a los funcionarios altos del Gobierno para que pasen buena parte de su tiempo defendiéndose en comisiones investigativas del Congreso. Es una estrategia que sirvió para consolidar el poder de la derecha en el Congreso y desmontar la red de seguridad social construida por los demócratas en décadas anteriores, promoviendo una concentración mayor de la riqueza y concediéndoles a los más ricos privilegios tributarios enormes. Esto tampoco favorece a la clase media, cuya posición relativa se desmejoró mucho desde los años 60, y afectó seriamente a la gente de ingreso bajo. A pesar de ello, los republicanos lograron que la clase media y los pobres voten en contra de sus propios intereses, impulsados por nociones atávicas y equivocadas del “gran gobierno” y el “socialismo” de Washington, apelando a la tradición individualista de la sociedad americana. Los nuevos ricos que no desean pagar más impuestos y no tienen sentido de su responsabilidad pública financian bajo cuerda a candidatos populistas de extrema derecha para desbancar a congresistas liberales o progresistas, por estar a favor de la reforma a la salud, a favor del estado de bienestar, en contra de las guerras, de los alivios tributarios o por haber colaborado con Obama. Este noviembre la campaña contra el gobierno demócrata no solamente contiene los elementos tradicionales contra el gasto social, los “liberales”, los impuestos, y la falta de resultados económicos favorables, sino que adquirió una agresividad inusitada, alimentada por el racismo, los prejuicios y el extremismo religioso, ideológico o nacionalista, por la rabia de los blancos de clase baja y de los ricos de provincia, por tener a Obama en la presidencia. Los jóvenes educados, los profesionales, los liberales, los afroamericanos, los hispanos y esa ola de opinión, similar a la verde nuestra, de clase media ilustrada o progresista que anhelaba un cambio e hizo posible que Obama llegara a la Presidencia, comete el error de no acompañarlo porque no ha tenido éxito con la economía y se sometió a las realidades de gobernar una potencia con intereses ajenos a su filosofía original, lo que le ha impuesto compromisos impopulares entre sus seguidores. Dejar a Obama solo, como también lo hacen los políticos de su propio partido por temor a las represarías de la derecha, es volverle a entregar el país a grandes intereses y al sectarismo. En Colombia la polarización del gobierno anterior está latente, pero hiberna a medias dentro de la Unidad Nacional. Podría darse una situación similar, particularmente en las leyes de tierras y de reparación a las víctimas, o si Uribe intuye amenazas judiciales serias. Para que esto no suceda dependemos de que los que se oponen a algunos de los proyectos progresistas del Gobierno o temen decisiones del poder judicial, no caigan en la tentación de paralizar el Congreso para su beneficio político mezquino. rhommesr@hotmail.com

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