Columna


El arte de echar el cuento

SARA MARCELA BOZZI ANDERSON

20 de noviembre de 2012 12:00 AM

SARA MARCELA BOZZI ANDERSON

20 de noviembre de 2012 12:00 AM

La Crónica es el arte de echar el cuento bien contado. Casi siempre se origina en una noticia escueta que despierta nuestra curiosidad. Y, según la experta Mariluz Vallejo, la columna de opinión ha sido en Colombia la gran escuela de los cronistas modernos. Basta con leer a Luis Tejada para ratificar la hipótesis.
Dice el especialista Martín Vivaldi en “Géneros Periodísticos” que la crónica periodística debe diferenciarse de otras con las cuales tiene un parentesco cercano, pero no una semejanza rotunda.
Daniel Samper Pizano, en su libro “Antología de Grandes Crónicas colombianas”, afirma que “con la llegada de Colón a América irrumpe la crónica como gran género narrador de las Indias Occidentales, y la primera que ofrece noticias sobre el Nuevo Mundo está firmada, precisamente, por el almirante. Las crónicas colombianas más antiguas proceden de las cartas enviadas por funcionarios españoles a la reina Isabel I de Castilla”.
Ante la exuberancia y belleza de un continente nuevo esperando ser contado, los cronistas de Indias le dieron color y sabor a América, con su fauna y flora, ríos caudalosos, selvas vírgenes y comunidades indígenas que guardaban secretos milenarios nunca imaginados por los hombres de la Colonia.
Hoy hablamos del resurgir de la crónica en América Latina. Basta mirar la antología de Darío Jaramillo Agudelo, para ver diversos escenarios, personajes y temas que le dieron un nuevo rostro al continente con su lirismo sutil, y “una dialéctica y un tono característico, que viene a ser su esencia misma”.
La periodista Alma Guillermoprieto, escritora mexicana que llegó a Cartagena como maestra del taller de Periodismo Iberoamericano, dice con vehemencia que “la crónica tiene alma”, para diferenciarla de otros géneros, y agrega: “La gracia de la crónica es que es más fácil y apasionante de leer; y hasta más divertida.”…;
Quiere decir que para el cronista es preciso captar ciertos rasgos impresionistas de la realidad, y colorearlos según su óptica y estado de ánimo propio en un momento revelador. Mientras el reportaje es equiparable a una fotografía, la crónica es comparable con una obra de arte, donde cada pincelada complementa una acuarela de la realidad.
En Colombia, la obra más conocida como precursora del género es “El Carnero”, según narra Daniel Samper Pizano. Para él, la crónica “es el relato de hechos que renuncian a todo perfil épico y se centran en los personajes, miserias, pequeñas glorias y sucesos de la comunidad”.
En la Costa Caribe colombiana, la crónica se ha desarrollado con maestría desde el siglo pasado. Uno de sus pioneros fue Clemente Manuel Zabala, “quien después de haberse dedicado de lleno a la vida política y cultural”, llegó al diario El Universal, donde guió los pasos de Gabriel García Márquez, Héctor Rojas Herazo y Manuel Zapata Olivella, entre otros.
Posteriormente, impulsaron el género Juan Gossaín, Jorge García Usta, Gustavo Tatis Guerra, Alberto Salcedo y Rubén Darío Álvarez, entre otros. La verdad es que todo el mundo debería ser un cronista de su época. 
Así pues, sacúdete del miedo a la página en blanco y “hálale” a la crónica. Comienza a describir tu alcoba, tu casa, tu calle, el barrio, y serás un autor imprescindible en la imagen de tu pueblo.

*Directora Unicarta

saramarcelabozzi@hotmail.com

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