El 2 de octubre, Juan Gossaín, en declaraciones a RCN Radio, dijo refiriéndose a la enorme crisis actual de Cartagena que “La ciudad está llena de basuras, la ciudad apesta, la ciudad nos avergüenza”; y que le duele lo que le ocurre a Campo Elías Terán, quien para él, no sólo está mal rodeado sino que tiene alrededor una pandilla.
Gossaín puso el dedo en la llaga, ya que esta ciudad está convertida en una inmensa llaga, con la podredumbre y el mal olor que tienen las llagas; con calles destruidas, con basuras por doquier, cundida de mendigos, algo que nos produce una profunda sensación de orfandad desolada y de distopia, lo contrario a Utopía. Estas son verdades dolorosas, pero creo que ya es hora de que los cartageneros debemos dejar de vivir engañados al creer que esta ciudad es la más linda del mundo y otras ridiculeces.
En el templo de Apolo en Delfos existía una estatua cónica hecha de piedra con varias inscripciones, a la que le decían “onphalos” (el ombligo), a la cual consideraban el centro del universo. De allí viene la expresión el “Ombligo del mundo”. Muchos cartageneros todavía creen que esta ciudad sucia y maloliente es una especie de “onphalos” caribeño, en razón de que viven embriagados con el discurso, de la ciudad otrora gloriosa, que si bien es cierto, gracias a su Centro Histórico, es vistosa, pero no reconocen que al lado de la belleza debida a su hispanidad casi intacta, tiene una persistente hediondez y desaliño, lo que ha aumentado debido a la acción perversa del desgobierno reciente, algo que le ha restado atractivo a sus encantos.
En Cartagena hay varias asignaturas pendientes que han estado dolorosamente preteridas, la lista es larga pero algunos puntos urgentes son: terminar Transcaribe, una obra que lleva 90 meses de construcción y no se le ven visos de conclusión; trasladar el mercado de Bazurto, un muladar infecto que obstruye el progreso urbanístico de la ciudad, lo cual a pesar de que una sentencia del Tribunal Administrativo de Bolívar así lo ordena, sigue allí. A esto se agregan asuntos tales como los atrancones permanentes, producto de no haber suficientes vías; la penetración de agua de mar en las calles; el problema sempiterno de los drenajes pluviales; la conclusión del Emisario Submarino; el déficit de camas hospitalarias, el exceso de ruido, el tema de las pandillas juveniles, la criminalidad, la bomba de tiempo de las viviendas precarias de la Popa y sigue un largo etcétera. Mientras tanto, el Canal del Dique, trabaja día y noche contra la bahía, llenándola de lodo, con las resultas de que cualquier día esta se colmatará y adquirirá el síndrome de “Bocas de Ceniza”. Esta situación dolorosa es producto del accionar perverso de los Rinconetes y Cortadillos que han convertido al gobierno municipal en un Patio de Monipodio, una cueva de latrocinios descrita en la novela homónima de Miguel de Cervantes. No obstante, Cartagena está despertando. El efecto positivo del enorme desgreño reciente es que ha logrado que la gente exprese, como nunca, su indignación, en cartas a la prensa, en foros y por la radio, por algo se comienza, ya que como decía el eslogan de la revista Alternativa “Comenzar a pensar es empezar a luchar”.
* Directivo universitario. Miembro de la Academia de la Historia de Cartagena.
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