A decir verdad, la actual crisis ha puesto a prueba la solvencia creativa de Obama y la de su equipo de gobierno. Aunque mucho antes, ya las crisis venían mostrando los defectos internos y externos del país. Hoy la prueba es para ambos partidos, el republicano y el demócrata. Su nación y el resto del mundo esperan de sus líderes salidas sabias contra el actual atolladero.
La degradación sufrida por su país, de ser clase AAA a "AA+", en términos económicos, lo llevó a tejer palabras de elevada persuasión y acordes con las demandas del momento: "Standard & Poor's duda de nuestro sistema político, no de nuestra capacidad de pagar las deudas". Refutación que despierta “un nuevo sentimiento de urgencia”. De ahí su decisión de presentar propuestas a la comisión bipartidista que estudia cómo recortar el déficit. Su visión aspira ampliar beneficios a los desempleados y aumentar los salarios para estimular el consumo, la creación de empleo y ayudar a las compañías que quieran reparar las infraestructuras del país.
Se perciben nuevos aires. ¿A qué palabra y liderazgo nos referimos? A las que invitan a actuar con sentido de gran nación. A la palabra educadora y a la acción que enseña a pensar a su pueblo. Y, de manera concreta, a sus rivales, cuyas imágenes brillan, pero no tanto como la suya en el seno de sus conciudadanos, a pesar los desgates propios que genera el ejercicio del poder.
De B. Obama sabemos que no todo en él es atinado o perfecto. Ni más faltaba. No porque él no quiera, sino porque el sistema no se lo permite. Cuando ha querido ir más allá, lo han tildado de socialista y de musulmán solapado. Y hay quienes lo consideran cristiano renegado, anticristo; y otros, un “emperador filántropo”. En Latinoamérica, por ejemplo, algunos opinan que sus preferencias por ciertos países de la región y su “desapego” por el resto lastiman el sentir de quienes lo admiran por ser un afroamericano ascendido a la presidencia del país más poderoso de la tierra.
Su aval de Premio Nobel de la Paz, sus desvelos por la educación, la salud y el uso de energías limpias; la guerra contra la guerra, los discursos a la nación y su libro profundo “La audacia de la Esperanza (Reflexiones sobre cómo restaurar el sueño americano)” son atributos que, unidos a su don de inspirar a los demás, nos hacen creer que Barack Obama aún pervive. Valoremos su palabra de seguridad para reducir el pánico económico y la incertidumbre: “Estados Unidos siempre será un país AAA”. “Tenemos los trabajadores más productivos, la tecnología más avanzada, los empresarios con más iniciativa”.
En un líder, como B. Obama, la resilencia es capacidad de innovación para enfrentar adversidades. La palabra que educa tiene el poder de sensibilizar, transformar conciencias y espíritus. Los liderazgos que educan rectifican a tiempo, reconcilian, reunifican y respetan los anhelos de un pueblo.
*Docente de Cátedra de la UTB
argemiromenco@yahoo.com
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