Columna


El matrimonio perfecto

ADOLFO GÓMEZ AGÁMEZ

14 de octubre de 2011 12:00 AM

ADOLFO GÓMEZ AGÁMEZ

14 de octubre de 2011 12:00 AM

No peleamos, nos necesitamos mutua-mente, hablamos siempre de lo mismo, tra-bajamos sobre lo mismo y no podemos estar separados, es un matrimonio laboral perfecto, el del médico dermatólogo y la esteticista.
Cuando estuve en Argentina, invitado por el Dr. Alejandro Cordero hijo, me llamó mu-cho la atención el trabajo mancomunado que tenia con algunos miembros de su familia que se habían dedicado a la práctica de la estética médica y me enseñó que la mejor fusión que puede existir, desde el punto de vista profe-sional para el médico dermatólogo y el ciru-jano plástico, es con una de estas delicadas e inquietas mujeres, de manos suaves, de mo-dales finos y de dulce conversar.
La estética es una  subespecialidad, valga la aclaración, no es una especialidad ajena a la dermatología, que exige a quien la practica ser esteticista o depender de un dermatólogo, y yo diría, más que depender, conseguir una interacción entre los dos profesionales, por-que juntos  consiguen, no solo un buen con-trol de calidad, sino que al mismo tiempo aportan sus conocimientos científicos en bien del paciente que tratan.
La piel necesita para su cuidado diferen-tes, tratamientos apropiados, entre ellos los cosméticos, pero, siempre con una buena ase-soría y es el dermatólogo y la esteticista, quienes pueden hacerlo con idoneidad y res-ponsabilidad y por ello puedo afirmar que el dermatólogo que sabe dermatocosmetología es un artista, por no decir lo que dicen algu-nas pacientes, un mago para piel.
Todavía recuerdo, como si fuera ayer, el año 1983, cuando me asenté  en esta bella y acogedora villa de Montería, no existían mu-jeres esteticistas, como las hay ahora, que son formadas en escuelas autorizadas, sino que  en los salones de belleza, ofrecían servicios de “estética” sin ningún respaldo académico; aún me causa risa recordar el aviso de una de estas salas de belleza que ofrecían tratamientos con LAXER, ( queriendo decir LÁSER), en un momento en el que apenas se vislumbraba el tratamiento con este tipo de luz amplificada y cuando para adquirir una maquina de esas se necesitaba invertir una millonada en pesos.
Afortunadamente las generaciones de hoy han tomado conciencia de lo importante que es el cuidado de la piel, por eso vemos a dia-rio el interés de pacientes para asistir a una consulta profesional bien orientada, previen-do los efectos irreversibles del sol, así  como los cambios degenerativos normales, conlle-vando a pieles más sanas y bellas, que no re-quieren someterse a procedimientos más agresivos posteriormente.
Antes de introducir en mi consulta diaria, hace varios años, la estética médica o cosme-tología dermatológica, muchas veces me que-daba azul, cuando una paciente me pregun-taba por los “gorditos” que aparecen en la cintura, o por la celulitis, o por las manchas etc., porque estaba acostumbrado a ver en-fermedades monstruosas y creía que el campo de la dermatología era solo para tratar enfer-medades, es decir, problemas, pero, no saben la satisfacción que produce trabajar con solu-ciones, es decir, ayudando a esa gordita a ba-jar de peso y la que tiene esas manchas negras en la cara a cambiárselas por una piel lozana y bella y las que tienen pelos no deseados en la cara a eliminarlos con láser y todo esto fue posible cuando inicié ese matrimonio laboral perfecto con una profesional de la rama más agradecida y agradable, la esteticista.     

*Dermatólogo

a_gomezagamez@hotmail.com

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