Columna


El mundo de los lagartos

REDACCIÓN SOCIALES

13 de noviembre de 2011 12:00 AM

CARMEN SOFÍA LEMAITRE

13 de noviembre de 2011 12:00 AM

Estos viven apasionados por el ejercicio de la maquinaria política de turno, entonces profesan el ejercicio servil de agradar al que en ese momento lleva la batuta, otros viven deslumbrados por aquello de las alcurnias y apellidos, que en realidad no sirven para nada, otros son los que no pueden brillar con luz propia, porque definitivamente no la tienen, entonces buscan a alguien con mucha luminiscencia para no verse disminuidos en medio de la penumbra que los aqueja, otros son los escaladores, esos que antes veías en una posición de primero; pero de abajo para arriba en la pirámide y de pronto te das cuenta que tal vez se volvieron aficionados al deporte extremo y escalaron tanto, que están en la pirámide, pero de arriba para abajo.
El lagarto no pertenece a ninguna clase social en particular, está en todos lados, pero en esta época se agudiza la reproducción de los mismos. Todos detrás de algún político para poder llegar a tener participación dentro del gabinete. Y no me refiero sólo al ámbito político, basta estar montado en una tarima, para estar rodeado de lagartos. La tarima suele ser un afrodisiaco para los lagartos, y para el ser humano en general, sino que lo digan también los cantantes.
No me equivoco cuando busco en un diccionario el significado del lagarto, “el lagarto tiene cuatro patas y una larga cola para agarrarse de las ramas, algunos poseen las patas muy reducidas y otras las han perdido por completo, adoptando un aspecto serpentiforme. Son animales de sangre fría que dependen del calor del sol para aumentar su temperatura corporal”, se agarran de las ramas, en este caso del que tiene poder y dependen del calor del sol, porque tienen sangre fría.
Los lagartos no pueden surgir solos, viven en son de enaltecer y arrodillarse ante los reptiles grandes para poder recibir algo; porque estos siempre con sus actos buscan algo, la conveniencia prima en ellos, son ágiles y devoran a gran cantidad de insectos sin importarles nada con tal de alcanzar sus objetivos. Hay quienes pueden discernir entre un lagarto o no, pero para algunos el lagarto es tan hábil que se disfraza y puede alcanzar sus pretensiones, siendo el ganador de un juego al que casi nunca está invitado.
La misma sociedad los engendró cuando nació el dinero, la alcurnia, las clases sociales, posiciones, intereses, fama, políticos, la llamada democracia, tráfico de influencias; sin embargo esta especie dentro de la sociedad abunda y son todos aquellos que adoptan posturas de lambiscones ante quienes pueden beneficiarlos, sin saber si en realidad va haber utilidad para ellos; sólo saben hacer lo que su misma condición de advenedizos les entrega por pertenecer a un mundo llamado “El mundo de los lagartos”.

*Economista.

Sofilemaitre@gmail.com

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