Columna


El negocio de la enfermedad

MARIO MENDOZA OROZCO

08 de septiembre de 2011 12:00 AM

MARIO MENDOZA OROZCO

08 de septiembre de 2011 12:00 AM

“La salud es un negocio y un negocio lícito regulado por el Estado, no es criminal tener una ganancia lícita por prestar el servicio de salud o por administrarlo”, dijo el gerente de una EPS a El Universal hace pocos días. Crimen: delito grave. Delito: culpa, quebrantamiento de la ley. ¡Claro! No puede ser delito aquello que está amparado por la ley. La ley 100 de 1993, cuyo ponente fue “el mejor presidente que ha tenido Colombia”, legitimó una conducta que debería ser punible: enriquecerse a costa de la enfermedad de los ciudadanos y a expensas del empobrecimiento de los médicos y hospitales.
¿Será que los dirigentes políticos, los empresarios, las universidades, la ciudadanía y demás estamentos de la sociedad no han comprendido el daño tan grande que se hacen a sí mismos al someter la noble profesión médica a una ley inspirada en la religión neoliberal, cuyo dios es el “mercado” y cuyo credo es el lucro?
Lícito: justo, permitido según justicia y razón. “Ganancia lícita”. ¿Es lícito (justo, permitido según justicia y razón) que el gerente de una EPS confiese ante los medios un salario mensual de noventa millones de pesos sin siquiera ruborizarse? ¿Es lícito que un gran porcentaje de médicos colombianos que trabajan cobijados bajo el manto legal vigente tengan atraso de varios meses en la cancelación de sus salarios? ¿Son justos los salarios que devengan, teniendo en cuenta la altísima responsabilidad de sus actos profesionales y la laboriosa, larga y costosa preparación que apenas comienza al obtener el título? ¿Es lícito que los enfermos deambulen de oficina en oficina mendigando firmas, sellos, autorizaciones y otros trámites? ¿Es lícito que muchísimos enfermos en el país se tuvieran que interponer tutelas para reclamar el derecho constitucional a la salud y la vida? ¿Es lícito que una gran cantidad de clínicas y hospitales tanto públicos como privados enfrenten problemas financieros delicados, y muchos se encuentren al borde del cierre?
Me temo que entonces hay cosas lícitas y legales que pueden ser criminales, si las palabras no mienten. ¡Pero es que casi siempre mienten! ¿Qué diferencia existe entre un paciente y un cliente, por ejemplo? Se me ocurre que quizás la compasión, porque el paciente sufre, y el cliente sólo compra, o consume. ¿Quién sentirá esa compasión? Ah…;
Quizás un negocio de “medicina rápida” sea una solución. Tome su ficha para que lo atiendan. ¿Más exámenes? Debe ser remitido a un especialista, tome su ficha y espere. ¿Más tiempo para contarle al doctor los detalles de su padecimiento? Lo sentimos, le podemos dar todo menos tiempo, es medicina rápida, pero no tema, el doctor está entrenado para trabajar bajo presión y sabe que usted puede demandarlo, así que hará lo mejor sin pasarse del tiempo asignado…;
Por supuesto, habrá que hacer otra ley para que este negocio quede bien reglamentado, no sea que los médicos se queden con parte de la ganancia. Así todo será lícito, legal y nada criminal. Al fin y al cabo, lo que define qué es un delito son las leyes. ¿Será que algunos podrán comportarse de manera deshonesta sin dejar de cumplir la ley? Puede ser, me contestan: depende de la ley. Dos últimas preguntas: ¿Sabe usted qué es un “vinculado” (al sistema) según la ley 100? Ríase: es quien no está vinculado de ninguna manera al sistema. ¿Miente la ley o mienten las palabras?

*Médico y Escritor

mmo@costa.net.co

*Rotaremos este espacio entre distintos columnistas para dar cabida a una mayor variedad de opiniones.

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