Columna


El poder de querer

CARLOS VILLALBA BUSTILLO

12 de diciembre de 2010 12:00 AM

CARLOS VILLALBA BUSTILLO

12 de diciembre de 2010 12:00 AM

Entre las personalidades contrapuestas surge no pocas veces, sobre todo en la política, un vínculo de unidad que, además de las ideas comunes, asolea la coincidencia de intereses y aspiraciones para garantizar una misión conjunta. De sorpresas así salen realizaciones inesperadas con impacto instantáneo y registro histórico a largo plazo.
Nadie esperó que dos hombres de perfiles disímiles, como Juan Manuel Santos y Germán Vargas Lleras, pudieran entenderse para enrumbar el Gobierno recién inaugurado y sacar adelante sus proyectos. Sí, hasta hoy, esas dos vanidades se han inoculado sensatez, ponderación, sentido patriótico y cálculo político del bueno, con el fin de cumplirle al país lo que le ofrecieron al alinearse para la segunda vuelta de las presidenciales.
Muchos dicen: el de la batuta aspira a la reelección y el primer trompeta a ser elegido él. Es lo más probable. Pero esa es una de las vitaminas del poder, que funciona mientras la libido que suscita no se malgaste, esto es, mientras se invierta con nobleza. El Presidente y su Ministro se dieron cuenta de que esta química era indispensable para imponer su ritmo desde el día en que se comprometieron a trabajar con la misma camiseta. No tenían otra alternativa si querían poner al Congreso a legislar sin voto prepagado.
Pero hay otra sorpresa azucarada: los pegó una concepción liberal de las soluciones nacionales, visible en la mayoría de las iniciativas que impulsan: la ley de tierras, el estatuto anticorrupción, la ley de víctimas, el reparto equitativo de las regalías, la situación jurídica de los desmovilizados y los cambios en la Justicia. Han procedido a distancia del caudillismo autoritario, con la seriedad de un jefe de Gobierno y la dignidad de un ministro de Estado, respetándose mutuamente.
El estilo aplicado es el de un equipo moderno que procura la organización de las labores gubernativas dentro de nuestro Estado Social de Derecho. Que el aparente establecimiento de una jerarquía de hecho entre los ministros no les gusta a los conservadores y a los U-portunistas, allá ellos. Efectos de la orgía destapada en la Dirección Nacional de Estupefacientes y del riesgo de que Cambio Radical y el Liberalismo clasifiquen como los mejores aliados de la coalición.
Los senadores Hernán Andrade y Enríquez Maya son dos caciques que requieren las plumas de la burocracia y las flechas de los contratos para subsistir en sus resguardos del Huila y Nariño. Pero Juan Lozano tiene unos ancestros que respetar. Su torpedo a la ley de víctimas –él es el jefe del partido– estropearía el orden de convivencia que se busca con su aprobación. La estirpe de la que viene lo conmina a conducirse con cultura cívica y con una ética de la responsabilidad. Mañana sabremos si lo hace.
Santos y Vargas Lleras se propusieron ajustar sus planes a las exigencias de un país que tiene varios colectivos yuxtapuestos. De ese modo tratan de facilitar unas condiciones sociales, un mínimo de sensibilidad en las relaciones de clase y un nuevo régimen de vida, para que no volvamos a romper el equilibrio de fuerzas, que es lo que la política menor –la que intoxica y manipula– no está en capacidad de entender, ni más acá ni más allá de las ansiedades intestinales.

*Columnista y profesor universitario

carvibus@yahoo.es


 


 

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