Columna


El Sayayín

RAFAEL VERGARA NAVARRO

18 de julio de 2012 12:00 AM

RAFAEL VERGARA NAVARRO

18 de julio de 2012 12:00 AM

Comenté a mi hija de la misma edad que El Sayayín cuando me enteré de su muerte  que lo que más duele es que muere por que sí, por cualquier intrascendencia o motivo baladí, tal vez  por estar en el lugar equivocado.
Una infamia contra alguien joven, creativo, con  futuro y que garantizaba con su arte, además de la alegría de sus congéneres, un bienestar para los suyos.
Él es un triunfo de la Zona Suroriental, de los afrocolombianos, de la autenticidad cartagenera, de quien venció la exclusión y la pobreza.   
!Qué vaina!
Maldigo esta violencia sin sentido que nos atrapó y no nos suelta.  Uno más de una estadística creciente que no insensibiliza la indignación.
Con razón el poeta Jorge Zalamea en El Sueño de las Escalinatas al referirse a nosotros los colombianos sentenciaba: "Helos aquí, entre taciturnos y atónitos; doblegados bajo la lluvia de su propia sangre y con un guijarro de un por qué? en la garganta.
El Sayayin se va a la morada de su cuerpo acompañado de los acordes de  la música de Viviano Torres, Luis Tower, Elio Bloom, Álvaro El Bárbaro, El Afinaito, los cultores de champeta que en la voz de El Sayayín nos dejó el ritmo y los mensajes sencillos y alegres de un hombre querido y bueno.
Hoy la música está encendida en toda la ciudad y dará serenata a los durmientes eternos de los Jardines del Recuerdo. 
El Sayayín llevará ahora al mas allá los acordes y movimientos de la Nubecita, Paola, la Chica de mis Sueños, la Suegra Voladora.
De la ausencia y el inevitable dolor queda una tranquilidad, el Sayayín, como el Yonky, se nos fue pero dejó lo que ningún matador puede impedir: la alegría y sensualidad de  los jóvenes que seguirán disfrutándolo y reviviéndolo en cada espacio donde la champeta fertiliza la vida del pueblo.
Es la venganza de quienes trascienden la muerte.
Buen viaje Sayayín seguiremos escuchando tu voz y dejándonos seducir por tu ritmo.

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