Confiar un secreto transfiere enorme poder al confidente; desde ese momento, el riesgo de perder la confidencialidad es tan fácil como perder la virginidad: una vez se lo dan a un tercero, el secreto es irrecuperable. Las telenovelas explotan mucho el truco del secreto leído a escondidas en un diario personal o transmitido de una generación a otra, para que un personaje (casi siempre el “malo”) controle la situación hasta el último capítulo del culebrón.
La “mayor filtración de la historia”, el Wikileaks, será otro culebrón muy largo, pero, a diferencia de las telenovelas, los secretos de la política exterior del país más poderoso del mundo se desnudaron desde el primer capítulo y los gringos ya perdieron el control.
Consumado el acto, la virginidad es irrecuperable: más de 250.000 mensajes del Departamento de Estado de Estados Unidos están en poder de los medios y saldrán a cuentagotas a la luz pública, con la única condición de no poner en peligro las fuentes protegidas, ni la seguridad de un estado. Son tan dañinos que el diario El País (España) aclaró que “aparecerán parcialmente mutilados”.
Las gestiones desesperadas de la Secretaria de Estado, Hillary Clinton, ante mandatarios de China, Alemania, Francia, Italia, Argentina y Arabia Saudí en la primera semana de la filtración, para ofrecer disculpas anticipadas, muestra la gravedad de las consecuencias, que pronto llegarán a la ONU.
El lenguaje franco de los funcionarios estadunidenses al referirse a personalidades de países amigos y enemigos, donde develan actividades de espionaje no deberían causar tanta sorpresa: muchos (sino todos) los estados, sean de derecha o izquierda, las practican; al igual que muchas corporaciones privadas.
Detener al creador de Wikileaks, Julian Assange, o bloquear su página Web, es una reacción inútil ante la virginidad del secreto ya perdida; torpeza que aumentará la morbosidad del público y la irritación de los países afectados.
Los colombianos deberíamos estar más pendientes de varios “Wikileaks criollos”, como los secretos de los computadores de Reyes, Ríos y Jojoy, muy difundidos los primeros días, pero extrañamente silenciados hoy, quizás para no dañar las relaciones con los “nuevos mejores amigos”. El poder lo tiene el presidente Santos. ¿Dejará para el último capítulo de su gobierno la revelación de lo que falta?, ¿por qué el proceso de la Farc-política fue engavetado en las altas cortes?
Las chuzadas del DAS son otro “Wikileaks” sin resolver: el escándalo del abuso de poder de quien las ordenó solo será superado por los secretos que grabaron de las altas personalidades interceptadas. ¿Quién los tiene y cuándo los van a divulgar?
Si el DAS interceptara conversaciones de reconocidos políticos y empresarios corruptos que viven del tráfico de influencias (en Bolívar y Cartagena sobran), ese moribundo organismo de inteligencia obtendría secretos más poderosos que los que pretendió lograr al chuzar a la oposición y las altas cortes.
Ha sido la prensa (no la justicia y entes de control ineficaces) quien ha destapado los mayores escándalos de corrupción de Colombia, precisamente al divulgar secretos (conversaciones y documentos), lo cual demuestra que bien manejado, un “Wikileaks Criollo”, acabaría con ese cáncer, sin esperar el final de la novela.
*Ing. Civil y MBA, Directivo Empresarial
restrepojaimea@gmail.com
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