Columna


Elegía de varones ilustres

AUGUSTO BELTRÁN PAREJA

25 de febrero de 2012 12:00 AM

AUGUSTO BELTRÁN PAREJA

25 de febrero de 2012 12:00 AM

Hace siglos, los griegos ponderaban “sé el que eres”. En especial Píndaro, quien ha sido aclamado por sus poemas. Muchos profanos hemos preferido a Quevedo, Neruda, y otros que nos conmueven en distintos estados de ánimo. Pero el cantor de las olimpiadas, también fue notable pensador. Entre otras vainas, afirmó: “Nadie que desea el poder es digno de ejercerlo”  y otra perla,  “no debemos mentir (salvo en el amor y en la guerra)”.  
Hay que destacar que esos pensamientos tienen más de 2.600 años. El sermón de la montaña, con su insuperable humanismo, es más cercano en el tiempo, pero también suena a música imposible en estas horas de egoísmo, y desvergüenza.
En cuanto a ser, y la magia de cómo “llegar a ser”, cada quien aventura una teoría.
Se dice que la felicidad consiste justamente en lograr ser el que tenemos que ser. Es decir, llegar a coincidir con el auténtico “sí mismo”. Cuando cada uno de nosotros es algo que aún no es, que está siempre en un futuro problemático: no está hecho, sino haciéndose. No es una entidad, siempre será una empresa. 
Pero hay unos personajes que sí. No sólo creen haberse superado, sino que se sienten el “hombre ejemplar”. Allí distinguimos entre una ejemplaridad auténtica y otra ficticia. La primera, espontánea, consigue su finalidad obedeciendo exigencia sustantiva. Pero abunda la otra, la que propone serlo sin importarle labor determinada, ni sentir apetito de perfección. No quiere “ser” nada en sí mismo; “quiere la aprobación de los otros”. En los ojos ajenos ser norma y modelo. Ese cómico infierno que viven algunos por parecer excelentes a los demás, cuando en su intimidad saben que están muy lejos de serlo.
Con una solemne compostura y las más aberrantes simulaciones, solo engañan a unos tontos. El verdadero hombre ejemplar  debiera ser aquel que llega cerca de la perfección por su valor intrínseco, y no por la apariencia que su consecución comporta; Ortega y Gasset considera la perfección moral como una “cualidad deportiva”, sentida sin patetismo,  sin reflectores. Además cuán aburrido debe ser sentirse ejemplar.
Inmensa diferencia entre Ser y Parecer. Los dioses de noche se van a dormir, los que quieren parecerlo no descansan, siempre están sobreactuando.
“Nunca aprovecharse de otro y antes dejarse engañar que engañar a su vez”. Inocente cantaleta que hoy llaman profilaxis moral. La dimensión de los hombres por lo que hacen, o las virtudes que adquieren, no por lo que “Son”, cumpliendo  su destino auténtico.
Pero nuestro pueblo es más sabio que Píndaro, Platón y Ortega, al desenmascarar “varones ilustres”. Claro que a veces  exagera  desconfiando de buenas intenciones y ejecutorias. La comedia dolorosa se devora a quienes intentan descrestar una comunidad que desconfía de logros y planteamientos difusos.
Los seres excepcionales, son eso: “excepcionales”. A la vuelta de la esquina no podemos encontrarnos con criaturas superdotadas que dictan tratados en un coloquio, mientras algunos más pantalleros llegan a creerse paradigma ante unos pobres de espíritu.
Pero no importa su delirio si esa insana pretensión sirve de catalizador a un grupo de débiles mentales.
La vaina será cuando se acaben unos y otros…; ¡no seamos optimistas!
 
*Abogado, Ex Gobernador de Bolívar y Ex parlamentario.
 
augustobeltran@yahoo.com

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