Columna


Emociones del mundial

GERMÁN DANILO HERNÁNDEZ

02 de agosto de 2011 12:00 AM

GERMÁN DANILO HERNÁNDEZ

02 de agosto de 2011 12:00 AM

Las emociones que se viven en un  Mundial de fútbol no están solamente asociadas a las jugadas y los goles. La organización de un evento de tal magnitud requiere el despliegue de esfuerzos y compromisos en diferentes frentes, que generan un compendio de metas y angustias dentro y fuera de las canchas.
La responsabilidad de Cartagena con el Mundial Sub 20 FIFA Colombia no es un asunto de poca monta; la ciudad se ha empeñado a fondo desde la puja por obtener y conservar la condición de subsede; para restaurar el estadio Jaime Morón, hasta para ejecutar la logística integral del mega evento. Tanto la Administración distrital, como entidades particulares, grupos voluntarios y ciudadanía en general han hecho grandes aportes para que la Heroica brille con luz propia en este compromiso mundialista.
El día del partido inaugural entre las selecciones de Austria y Panamá, en un radiante estadio con ambiente festivo, el mundo deportivo expectante y tribunas colmadas de público entusiasta, el cruce de emociones y sentimientos para muchos no estaba propiamente centrado en los arcos.
El esplendor de la jornada, que se proyectaba a muchos con un despliegue de moderna tecnología audiovisual, significaba el triunfo profesional y personal de conocidos y anónimos ciudadanos que durante largos meses trabajaron para que ello fuera posible.
La sola adecuación del estadio Jaime Morón implicó, a diferentes niveles, un sinnúmero de complicaciones, carreras, conflictos, pero también grandes satisfacciones. Las exigencias de la FIFA para este tipo de eventos son milimétricas e implican un alto grado de presión, cuyo punto máximo se afronta en cada visita de inspección, independientemente de la ejercida por quienes desde lo local hacen lo propio.
En los días previos al encuentro inaugural el estrés fue el común denominador: en muchos de los servidores públicos y privados involucrados en la adecuación del escenario y en la logística general. Hubo noches de desvelo, angustias por doquier y no pocas lágrimas de impaciencia y desespero.
Si bien los gritos de gol se quedaron atrapados en las gargantas de los aficionados, los de júbilo y satisfacción de un numeroso grupo de hombres y mujeres comprometidos con diferentes fases de la organización fluyeron en las tribunas y pasillos del estadio e incluso fuera de éste, porque hubo quienes no tuvieron la oportunidad de presenciar el espectáculo para el cual trabajaron con denuedo.
Indiscutiblemente se han presentado fallas, pero quienes por diferentes circunstancias estamos cerca al desarrollo de los acontecimientos hemos visto entrega, dedicación, y entusiasmo de casi todo el equipo humano involucrado.
Para muchos ha sido un desafío profesional, para otros una oportunidad de aprendizaje y para no pocos una alternativa de aportar a la ciudad.
La fiesta futbolera apenas comienza, Cartagena aún tiene tiempo de seguir luciéndose ante el mundo, asistiendo masivamente al estadio, exhibiendo buen comportamiento, atendiendo de la mejor manera a los visitantes y respaldando a ese gran equipo de locales, que independientemente de los marcadores, son desde ya, a pesar del anonimato, los grandes ganadores.

*Trabajador Social y Periodista, docente universitario, asesor en comunicaciones.

germandanilo@hotmail.com

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