Columna


Empleo: género, educación y localización

RUDOLF HOMMES

18 de septiembre de 2011 12:00 AM

RUDOLF HOMMES

18 de septiembre de 2011 12:00 AM

En Colombia vivimos con la ilusión de que progresamos mucho en equidad laboral entre géneros. Datos nuevos de un análisis técnico del DNP muestran que aún estamos muy lejos. La remuneración promedio de los hombres en el mercado laboral urbano en 2009 era casi 29 por ciento mayor a la de las mujeres, y en el agro, 54 por ciento más alta. En 2011, el desempleo de las mujeres es 82 por ciento mayor que el masculino. Este cayó 30 por ciento entre 2002 y 2011, mientras que el de las mujeres (16,8 por ciento) se redujo solamente 20 por ciento. El mayor problema es de las mujeres jóvenes, cuyo desempleo es casi el doble del de los hombres.
La tasa de ocupación de las mujeres es de 42,7 por ciento y la de los hombres, 67,4%. Los sectores más proclives a contratar mujeres son: servicios, comercio, financiero e industrial, y son aquellos en los que la ocupación crece más lentamente. En los que es menor esa participación son minas y energía, el sector  agropecuario y el de construcción, cuya ocupación crece más. Las diferencias de género son abismales en el sector rural, en ingreso, desempleo y participación. Esto es más crítico porque en el sector rural son mucho menores los ingresos salariales (51,2 por ciento más bajos en 2009 que en el mercado urbano).
Los trabajadores reciben mayor remuneración en los sectores financiero e inmobiliario, tanto los trabajadores urbanos como rurales, aunque la diferencia salarial a favor del sector urbano es superior a 100% en promedio. Después del sector financiero, siguen en remuneración servicios e industria. En ambos las diferencias entre el campo y la ciudad siguen siendo significativas pero no tan pronunciadas como en el sector financiero.
La educación es determinante en el ingreso y el desempleo. Un trabajador con educación universitaria completa o incompleta gana 2,26 veces lo que gana un bachiller en las ciudades o en el campo. La diferencia entre bachilleres y trabajadores con primaria completa no es tan acentuada (31 por ciento en las ciudades y 13 por ciento en el campo). Entre el trabajador que terminó primaria y el que no lo hizo, las diferencias salariales son de ese mismo orden.
Aunque hay diferencias salariales grandes entre jóvenes menores de 24 años y el resto de los trabajadores, las diferencias disminuyen después y la edad no es tan determinante en el ingreso entre los 34 años y el umbral de  la tercera edad, cuando vuelve a incidir negativamente. Los ingresos de los asalariados superan en 67 por ciento a los de los trabajadores independientes.
Los profesionales y los trabajadores con muy bajo nivel educativo tienen las tasas  más bajas de desempleo. A los trabajadores les toca aceptar cualquier empleo. Las tasas más elevadas de desempleo (17 a 18 %) se presentan en los trabajadores con bachillerato o con estudios superiores incompletos.
Esta fotografía del mercado laboral exige acción afirmativa para eliminar las diferencias entre géneros y las desventajas de los viejos y los jóvenes, un impulso educativo muy grande para mejorar las condiciones de ingreso de los jóvenes y facilitar la capacitación de otras generaciones y una política para mejorar la productividad laboral en el campo, para cerrar la brecha rural-urbana. 

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