El HSBC, uno de los bancos más grandes del mundo ha lanzado recientemente una campaña publicitaria para ambientar los cambios que se ha visto obligado a emprender. Esta campaña comprende una serie de avisos que comienzan con las palabras “En el futuro…;” y proponen una serie de ideas que son atractivas o por lo menos controversiales, comenzado por una en la que se anuncia que en el futuro el HSBC puede no ser un banco, u otra que proclama que en el futuro la edad no va a ser una barrera para la ambición, o que en el futuro no va a haber diferencia entre desperdicio y energía, y las empresas grandes o pequeñas serán multinacionales.
Una de las más sorprendentes características del país es que se haya desarrollado de adentro para afuera, que los centros productivos y la mayoría de sus habitantes están en ciudades a más de 1.000 metros de altura, algunas de ellas prácticamente inaccesibles por cualquier medio de transporte que no sea aéreo (por avión o cable aéreo).
Esto no ha sido fortuito. Es la consecuencia, en primer lugar, de cómo se fundó el país, a 2.600 metros de altura por un abogado que trepó por los Andes buscando algo que no existía, y que además supo distraer con acuerdos legales a los otros dos conquistadores que llegaron allí casi al tiempo que él, por otras rutas, en busca de los mismos tesoros.
Continuó con un patrón de desarrollo basado en productos primarios de exportación y de alto valor por unidad de peso, como el oro o el café, que justificaron su producción en el centro del país para exportación, utilizando medios heroicos de transporte para no tener que invertir sino lo mínimo necesario en infraestructura.
Las grandes ciudades de hoy están en sitios claves de las rutas de comercio, o cerca a los centros de producción de las exportaciones y de consumo de las importaciones en valles andinos a alturas inimaginables y con severos problemas de comunicación entre ellos o con los dos océanos.
Si el comercio hubiera sido más equilibrado y más importante en el desarrollo histórico de la economía del país, los principales centros urbanos serían los puertos en el Caribe y el Pacífico que sufrieron una paliza cuando se cerró el país al comercio internacional.
Si este ha sido el pasado, el futuro no tiene por qué parecérsele, aunque hay una inercia que hará que las ciudades principales continúen siendo importantes por razones poblacionales o históricas. Pero si continua creciendo la demanda de exportaciones, si hay desarrollo minero y agroindustrial, si no se construyen los grandes corredores hacia el Caribe y el Pacífico que contempla la agenda de competitividad pero que no han sido incorporados todavía como una necesidad impostergable en el programa de inversión, la emigración del centro a los dos océanos será cada vez mayor y en el futuro, las ciudades importantes van a ser Barranquilla, Cartagena, Buenaventura y Santa Marta. Ellas reclamarán, con toda razón, atención para que se provea la infraestructura y los servicios que harán posible acomodarse como receptores de inmigración interna, destino que parece inevitable. (Continuará).
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