Columna


En fila preferencial

ROBERTO FORTICH MESA

17 de agosto de 2012 12:00 AM

ROBERTO FORTICH MESA

17 de agosto de 2012 12:00 AM

Los bancos en Colombia no gozan de mucho prestigio. Las fallas en los servicios al cliente, las filas largas y los trámites para acceder a nuevos productos los desfavorecen y minan su imagen entre el público. Pero, gústenos o no, el sector financiero es fundamental tanto para las empresas como para las familias que quieran prosperar en lo económico y aprender a administrar el dinero. 
Puede que ahorrar e invertir bien no sea necesariamente más importante que tener buena salud, educación e ingresos, pero también es algo necesario. Y se necesita la ayuda de un mercado financiero para conseguirlo.
A los bancos no les urge acercarse al público pues de todos modos consiguen terminar el año con grandes utilidades. Su crecimiento ha sido a espaldas del pequeño ahorrador individual, a quien consideran poco importante o potencialmente moroso. No obstante, resulta que sí existe potencial para captar recursos de la gente común. Así lo demostró el reciente escándalo de las pirámides financieras que, entre 2004 y 2008, se estima  captaron al menos mil millones de dólares.
Sólo en el caso de DMG fueron embaucadas 190 mil víctimas, principalmente en Nariño y Putumayo. El negocio fue clausurado por las autoridades pero pareciera que no aprendimos la lección que nos dejó el caso: algo está pasando que hace que la gente desconfíe del mercado financiero formal y prefiera un sistema de alto riesgo como el de las pirámides. 
Infortunadamente, la conjugación de gente con ganas de hacer plata fácil y un sistema financiero excluyente ha llevado a que el ahorro familiar desemboque en productos sustitutos de mercados financieros paralelos. Para nadie es un secreto que en nuestro medio existen actividades ilegales sedientas de financiación (por ejemplo, el contrabando, la emigración ilegal y el tráfico de armas). Son negocios riesgosos que prometen tasas de retorno espectaculares que resultan atractivas. 
Una razón por la cual la gente se metió en DMG era la promesa de pagar intereses de más de 100% mensual. Y, aunque DMG fue cerrada, ese tipo de negocios sobrevive en otras formas, como lo ha venido denunciando la Superintendencia de Sociedades en su cruzada de investigación de lo que ha bautizado con el inverosímil nombre de “Negocios Multinivel de consumo masivo, mercadeo en red y fidelización de comunidades de consumo”. 
A diferencia de la gente del común, la gran empresa y los grupos económicos pueden obtener financiación externa fácilmente y a bajas tasas de interés. Es como si a mayor capacidad económica hubiese más privilegios para acceder a las ventajas del mercado financiero. Es evidente, entonces, que el sistema le da un trato preferencial a los de mayor tamaño y excluye sistemáticamente al resto.
El Gobierno se ha dedicado a enfrentar individualmente a los "sustitutos", tales como pagadiarios, pirámides y demás negocios de captación masiva ilegal de dinero, sin tocar el problema de fondo que es la existencia de profundas fallas de mercado que distancian la oferta de la demanda. Más allá de dudosos programas de bancarización, a este gobierno le ha faltado un plan para desarrollar el mercado financiero, tema que incluso no ha hecho parte de las célebres "locomotoras” de crecimiento.

*Profesor de la Facultad de Economía y Negocios, UTB. 

rfortich@unitecnologica.edu.co

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