Columna


¿En qué momento se fregó la familia?

LEDIS CARO D.

26 de abril de 2012 12:00 AM

LEDIS CARO D.

26 de abril de 2012 12:00 AM

Cuando se escuchan noticias como la muerte de un  niño de 12 años a manos de sus compañeritos de escuela, o cuando se leen cartas como la escrita por un niño donde denuncia los acosos de que es víctima en su colegio, no quedan sino ganas de preguntarse “En qué momentos se jodió Colombia”,  tal y como lo hicieron en su momento algunos personajes del país cuando escribieron el libro que lleva ese título.
Causa decepción y hasta ganas de llorar cuando se informa que la camada de niños que golpearon al menor fallecido en Antioquia es comandada por un menor de 10 años, al que, incluso, ya se le conoce con un alías.
Se eriza la piel solo de pensar que ya un niño de 10 años anda comandando un grupo que se siente con derecho de golpear, acosar y hacer de las suyas en un plantel educativo donde no parece que hubiera rector, profesores o padres de familia.
¿Dónde andan los padres de esos niños que no se dan cuenta de la conducta agresiva de sus hijos?
¿Dónde andan los profesores en cuyos colegios hay niños que no solo se creen los dueños del mundo sino que actúan como tal?
¿Dónde andan los padres que tienen la obligación moral y espiritual de transmitir valores a sus crías?
¿Dónde quedaron los valores del respeto, amistad, solidaridad, honradez y demás?
¿Qué va a pasar con este país donde un niño de 10 años ya actúa como un adulto lleno de malas mañas y conductas delictivas?
El martes santo, el sacerdote de la iglesia de la Tercera Orden contaba una historia de un joven que había sido condenado a 40 años de prisión por matar a dos compañeros.
Cuando el joven escuchó la condena, contaba el sacerdote, se dirigió al juez y le dijo: señor juez, quiero una condena igual para esa pareja que está allí, dirigiéndose a sus padres.
Cuando el juez le preguntó por qué, el joven dijo: porque lo que soy hoy en día se los debo a ellos. Cuando llegaba a la casa sucio y con muestras de pelea en mi cara, mi papá me decía: eso, mijo. Así se hace, pegue duro con lo que tenga. Y cuando llegaba a mi casa con cosas que les había robado a mis compañeros de colegio, mi mamá me festejaba la acción con palabras como: así me gusta, que seas avispado.
La historia cobra vigencia hoy porque ¿cuántos padres de familia en el seno del hogar, que es la primera gran escuela, no solo no están pendientes de sus hijos, sino que quieren suplir la carencia de afecto y respeto patrocinando acciones que más tarde van a terminar en delitos?
La sociedad necesita rescatar el valor de la familia como su eje central,
Solo así no estaremos presenciando cómo niños que deberían estar desarmando juguetes ya son asesinos en potencia.
lcaro@eluniversal.com.co

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