Columna


Entre colapso y colapso

ALBERTO ABELLO VIVES

22 de diciembre de 2010 12:00 AM

ALBERTO ABELLO VIVES

22 de diciembre de 2010 12:00 AM

Por una u otra razón, llámese temporada invernal, reclamo de mototaxistas o protesta de taxistas, la ciudad vive de colapso en colapso. Y se observa, independientemente de la voluntad de sus gobernantes, una débil capacidad administrativa, técnica y financiera del estado local para asumir los vacíos y fracturas del pasado, y para enrumbar con fuerza las transformaciones que requieren sus habitantes y el territorio que habitan.
La situación de la ciudad al comenzar diciembre, resultado de las lluvias agresivas que afectan a todo el país, es calamitosa. El panorama exige pensar seriamente la reconstrucción de la ciudad; pero no cabe duda de que la ciudad no tiene los recursos para ello. Curiosamente, y sin explicación pública alguna, la Alcaldía puso en el congelador, luego de ser aprobado en primera vuelta en el Concejo Distrital, la reforma al estatuto tributario que le daría unos cuantos recursos que bien podrían servirle para abordar el drama.
Al Gobierno, en su último año, por falta de liderazgo político, le harán falta estos recursos y los gobiernos por venir recordarán qué ciudad heredaron.
¿Cuánto vale rehacer la malla vial, no para volverla al estado del mes de octubre, sino pensando en la ciudad de más adelante? ¿Cuánto vale construir las viviendas destruidas y las que se destruirán en los próximos inviernos? ¿Cuánto vale hacer las canalizaciones y el drenaje que la ciudad requiere? ¿Cuánto vale hacer las obras para evitar las inundaciones producidas por el mayor nivel medio de la marea? ¿Cuánto vale empezar a preparar la ciudad para el empeoramiento de los efectos del cambio climático?
La ciudad no tiene recursos financieros para ser reconstruida, pero han primado los intereses de quienes no están dispuestos a aportar algo más para el desarrollo. ¿Acaso no se ha visto la misma zona industrial de Mamonal inundada?
Seguro cuando bajen temporalmente las lluvias y regrese el sol –que es lo que los pobres más desean- y se inicie la temporada de turismo de fin de año, la calamidad se habrá olvidado. Las casas prometidas nunca se construirán y los mercados nunca se repartirán. Y así, año tras año, vemos que lo que no debería ocurrir sigue ocurriendo, y así la situación crece y crece.
Este nuevo dolor que aqueja más, como siempre, a los más pobres, debe servir al menos para repensar la ciudad desde el colapso y el caos. Cuando pasen las urgencias y las acciones de socorro, se requiere, una vez más, pensar esta ciudad que tanto quieren los colombianos y extranjeros que la visitan.
Para volverla más habitable para el 100% de su gente es necesario comprometer todas sus fuerzas y su talento. Es necesario aprender de quienes en nuestro mismo contexto del Caribe logran enfrentar mejor a la adversidad y liderar un gran encuentro de voluntades. Es necesario devolverle al territorio lo que se la ha robado y a los cartageneros una senda cierta de prosperidad.
Se necesita claridad sobre cómo la ciudad va a superar la pobreza con seriedad y no con paños de agua tibia, y cómo después de tanto estudio, va a ser competitiva de una vez por todas.

*Profesor universitario

albertoabellovives@gmail.com
 

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