Columna


Entre gamines, recicladores y locos

CLAUDIA AYOLA ESCALLÓN

03 de marzo de 2011 12:00 AM

CLAUDIA AYOLA ESCALLÓN

03 de marzo de 2011 12:00 AM

Hace algunos días se realizó una reunión de la Asociación de Vecinos del Pie de la Popa (Asopopa) con el comandante de la Policía, Ricardo Restrepo Londoño, el gerente del Centro Comercial Caribe Plaza y la directora de Distriseguridad.
La reunión trató el tema preocupante de los habitantes de la calle que merodean el sector del Pie de la Popa, que generan molestias e inseguridad para los residentes y los visitantes del barrio.
Es importante considerar las razones por la que se concentran en el sector antes de adelantar cualquier acción. Por ejemplo, los de mayor consumo de sustancias alucinógenas, permanecen cerca de los expendedores de drogas del Barrio Chino y “retacan” –piden dinero y alimentos– en los alrededores del Pie de la Popa. 
Mientras no se eliminen las ventas de “patraseado”, sustancia derivada de la cocaína que produce gran deterioro, no dejarán de transitar los habitantes de la calle que la consumen. El “patraseado” genera respuestas agresivas y mucha dependencia. 
Si no se piensa en acabar con la venta y consumo de sustancias psicoactivas que atraen a los habitantes de la calle, no se puede pensar en soluciones duraderas.
Otra cuestión es la cercanía que tiene el Pie de la Popa con el mercado Bazurto, lo que resulta atractivo para otra población que habita la calle: los recicladores. Algunos de estos ni siquiera consumen drogas, pero viven de la venta de material que consiguen en las basuras y muchos duermen en bancas y muros, lo que es molesto para algunos moradores.  Esta población es diferente a la anterior y existen experiencias de trabajo con ellos para el bien común. Por ejemplo, comunidades que les ayudan diferenciando las basuras reciclables de las no reciclables, a cambio de un comportamiento apropiado.
Una tercera población son los “loquitos” callejeros, como popularmente se les llama, un problema de salud mental que en Colombia ha sido de manejo difícil. Víctimas de la debilidad del sistema, del abandono y la negligencia del Estado, que suelen frecuentar los alrededores de las iglesias y los parques.
Cuando la ciudad vive algún evento de impacto nacional o internacional, como cumbres, congresos, temporadas turísticas, se adelantan ridículos planes de choque: recogen a los habitantes de la calle, los llevan a una finca y los mantienen invisibles por unos días.  Al poco tiempo vuelven a la calle.
Por desconocimiento y desespero, temo que la solicitud justa de los residentes de un barrio, preocupados por la inseguridad de la zona, dispare medidas propias de la mal llamada “limpieza social”, tan poco efectivas como vulneradoras de los derechos humanos.  Son estrategias que alimentan el odio y el resentimiento, pero que no acaban con los problemas.
La situación requiere una mirada crítica, que se centre en lo estructural y no en las acciones hipócritas tradicionales de embellecimiento a algunos sectores, que barre a la escoria ocultándola bajo la alfombra, invisible para algunos, pero gestando una bomba de tiempo social aterradora.

*Psicóloga

claudiaayola@hotmail.com

Comentarios ()

 
  NOTICIAS RECOMENDADAS