Columna


Entre sombras y luces

CLAUDIA AYOLA ESCALLÓN

20 de enero de 2011 12:00 AM

CLAUDIA AYOLA ESCALLÓN

20 de enero de 2011 12:00 AM

Fabián Ricardo Álvarez es uno de los jóvenes talentos de la ciudad. Un fotógrafo cartagenero, del barrio tradicional de Manga, pero con ascendencia cachaca. Creció como crecen los niños en el Caribe, con el desparpajo, la calle, el vecindario. Cuando llegaba a casa se reencontraba con las costumbres ancestrales de sus padres, propias del altiplano cundiboyacense, tan desconocidas para su contexto.
Esta mezcla cultural influyó su vida de manera insospechada y permeó en su obra la búsqueda de su entorno Caribe. En una Colombia tan dividida por regiones, somos seres de tránsito, que nos movemos de un lado al otro, interactuamos con inmigrantes, con gente que viaja a través del mar y del río, con recolectores de café, con desplazados, con infinitas posibilidades que Álvarez sabe aprovechar con su lente.
Ha capturado con sensibilidad especial atardeceres en las playas de Cartagena, calles llenas de nostalgia y mariamulatas indómitas que alzan su vuelo. Las sombras de esta ciudad, los rostros de los niños y la sonrisa de los pescadores, ha dejado impregnada de vida a su obra.
El martes 25 de enero se inaugura la exposición en la que estará su trabajo más reciente. Será presentado en la Hay Galería, que abre sus puertas en el restaurante Balconi, en la calle de La Media Luna. 
Se trata de una apuesta por conocer sus orígenes campesinos, como reconocer la historia familiar en un cultivo de arvejas o en el arado de la tierra. Como si Álvarez sospechara, que sin entregarse a su historia, no podrá avanzar hacia el futuro soñado. La fotografía es su medio y su camino para hurgar en la vida de sus padres y abuelos, en un rastreo por la montaña y los campos arados. Sus imágenes llenas de vida, recorren la tierra, las vacas paridas, la cosecha, las flores, los rostros ingenuos que posan frente a su lente.
Cartagena está llena de artistas que la narran de diversas formas, voces jóvenes que la refrescan y la salvan del anquilosamiento de las mentalidades retrógradas. A ellos hay que seguirles el paso libertario. Bailarines de danza contemporánea, escritores, poetas, documentalistas, fotógrafos, artistas dramáticos, titiriteros, contadores de cuento, cantantes con su guitarra en el hombro, cineastas, músicos de todos los géneros, pintores, artistas plásticos, la mayoría en el anonimato más sórdido, pero con un respeto y amor inmenso por lo que hacen.
Nota: Es imposible pensar en artistas jóvenes, sin invitar a encender una luz por la pérdida reciente de Augusto Encinales, feroz bajista de Subterfugio. Una luz que ilumine su sendero hacia una fiesta de rock en el cielo.  Una luz que exhorte a otros creadores a seguir su paso. Una luz que provoque el entusiasmo en la credibilidad y apoyo de la gente y de las instituciones. Una luz que abrace al resto de la banda, al corazón de su madre, de Karen y el resto de sus amigos. Una luz que lo recuerde para siempre, con los ojos cerrados, entregado a su bajo, con una pasión infinita que ni la misma muerte podrá llevarse.

*Psicóloga

claudiaayola@hotmail.com

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