Columna


Estratos en el columpio

CARLOS VILLALBA BUSTILLO

10 de abril de 2011 12:00 AM

CARLOS VILLALBA BUSTILLO

10 de abril de 2011 12:00 AM

A quienes sólo aspiramos a tener gobernantes buenos y sensibles a las necesidades sociales, nos tonifica que los altos consejeros, pero sobre todo la opinión local, vea que se cumplen ciertas metas y que se avanza en la lucha contra la pobreza. Magníficos los resultados de los patios productivos y valioso el ejemplo que representan para otros pobres y desplazados que podrían sumarse al Plan de Emergencia Social Pedro Romero, en llave con la Red Unidos, y superar, así sea en parte, sus dificultades de subsistencia. Palmas para la Alcaldesa y su equipo de gobierno.
No hay duda de que en los últimos meses estamos viendo obras y logros que lucían lentos al principio de la Administración Pinedo: los megacolegios y los nuevos hospitales programados para 2011. Nada más satisfactorio para la población de una ciudad que todos veíamos con ojos de piedad por los explosivos contrastes entre opulencia y miseria que la oprimían. Puede que falte mucho para superarlos, pero ahí vamos poco a poco si después de octubre definimos bien nuestro destino.
No sobraría, sin embargo, que antes del primero de enero de 2012 se corrigieran las omisiones de la administración con otros sectores urbanos que también forman parte de la Cartagena unida y única que nos prometieron, pues los estratos medio y altos son, igualmente, hilos dinámicos del tejido social y por su cuenta corre el aporte más cuantioso a la base tributaria del Distrito, con la aclaración de que no exigen privilegios sino atención.
Los residentes de El Laguito y Bocagrande están a un paso de la desobediencia civil porque, a juicio de sus voceros comunitarios, la indolencia de las autoridades es una injuria a su condición de ciudadanos y contribuyentes: aguas estancadas, arenas amontonadas, alcantarillas desbordadas, placas de pavimento cuyas zanjas no respetan amortiguadores, y colores y olores que no suplen con “Exotique” la feromona de la atracción física de los “gallinazos”.
Pero también en los estratos inferiores suenan las quejas. Las juntas de acción comunal de los barrios La Candelaria y Nuevo Bosque encendieron las alarmas por el estado deplorable en que se encuentran los canales que los cruzan, y sus líderes no entienden por qué no se ha contratado su saneamiento si están apropiados los recursos que lo financiarían, ad portas de un nuevo invierno que pinta más dramático que el anterior. Parece que la trilogía “organización, información y decisión” no contara en el cumplimiento de uno de los fines de la descentralización: el poder cerca de los  problemas para solucionarlos.
El poder es posibilidad, según nuestro amigo Bertand de Jouvenel. Para los gobernados el poder representa expectativas y por eso nos inquieta la marcha que se programe de sus objetivos esenciales. Al mirar los hechos a la luz de los mecanismos democráticos, con la participación garantizada en la Constitución y reglamentada por las leyes, es obvio que estamos habilitados para reclamar un ejercicio equilibrado de ese atributo que confiamos a los presidentes, los gobernadores y los alcaldes.  
La gente no pretende milagros: sólo que con las mismas pilas con que le reajustaron el predial y le regaron la última valorización le resuelvan los problemas de su entorno.

*Columnista

carvibus@yahoo.es
 

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