No oculto el pesar vital, intelectual, político y ético que me produce la muerte de Fabio Morón Díaz, el amigo, el liberal, el periodista, el constitucionalista y magistrado. Vital, porque en edad relativamente temprana, a los 79 años, cuando el ser humano crea y fertiliza por la prolongación de la vida y sirve a la sociedad desaparece físicamente, dejando el brazo extendido de sus compañeros en el interminable adiós de la muerte. El mío trata de apretar su mano, mas no la encuentra perdida en la noche de la inexistencia. Mi izquierda con la que saludo de conciencia, aunque la derecha sea la que estire, se cierra deseando sentirla para despedirme e imaginariamente la estrecha en medio de las tantas afinidades electivas que tuvimos y nos unieron; intelectual porque fuimos próximos en el logro y manejo de la cultura, pues ambos escribimos libros sobre derecho público defendiendo la democracia, mas él en las altas Cortes donde impartió justicia, me aventajó profiriendo sentencias luminosas en la Sala Constitucional de la Corte Suprema, la Corte Suprema de Justicia y la Corte Constitucional que las tres presidió, honrando la toga de juez con la transparencia de sus decisiones; política porque militantes del otrora gran Partido Liberal Colombiano, libramos grandes batallas por su ideario y su bandera, muchas de las cuales ganamos sin que la derrota en otras nos amilanara ni disminuyera nuestra adhesión a sus principios progresistas, y ética porque su vida fue eso, un constante trajinar en defensa de lo honesto, de lo puro, de lo legal, humanístico y trascendental cuando ejerció la cátedra y escribió editoriales en El Universal.
Fabio Morón fue, además, un notable periodista. Formado al lado de Domingo López Escauriaza, fundador y dueño de El Universal, lo dirigió cuando el “viejo López”, como solíamos respetuosa y emocionalmente llamarlo los liberales de la época que asistíamos a sus oficinas y conversábamos ya con él o con el maestro Zabala su jefe de redacción, se ausentaba de Cartagena para asistir al Senado de la República. Fabio escribía entonces los editoriales, siempre en defensa de los grandes postulados liberales y de la democracia. Su juventud, serena y equilibrada a base de cultura, nunca se desvió de esos parámetros y nadie recuerda de su pluma un agravio porque lo que escribía estaba siempre compuesto de la exquisita ponderación que daba su anticipada madurez. Morón Díaz fue eso: el espacio humano de alguien cuyo talento le permitió ser prematuramente un hombre serio y orientador a pesar de la visible juventud de su existencia.
Resalto la época cuando él y yo fuimos en Bogotá miembros nacionales del Consejo Directivo del Instituto del Pensamiento Liberal (IPL), Alpher Rojas su inteligente Director y yo su Presidente, tiempo investigativo brillante durante el cual su claro talento y eficaz participación jalonaron el desarrollo de los debates que hacíamos. Dolor intelectual siento por órgano tan importante como ese, muerto por el neoliberalismo de los actuales jefes del PLC, enemigos de la izquierda como conciencia y súcubos del derechista poder financiero. Ellos lo ven no como guía ideológico sino como empresa burocrática paraestatal.
A Darío su hermano y familiares mi condolencia de viejo camarada.
*Abogado, catedrático, ex Representante, ex Senador, ex Gobernador, ex embajador ante la ONU.
jangossa3@gmail.com
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