Columna


Falta una reina

RUDOLF HOMMES

27 de febrero de 2011 12:00 AM

RUDOLF HOMMES

27 de febrero de 2011 12:00 AM

El noticiero CMI mostró varios documentales de Mauricio Gómez en los que denuncia cómo en varios departamentos han usado mal los recursos de las regalías. Esto indignó y avergonzó a los televidentes por la inutilidad de varias obras fastuosas acometidas con esos recursos, que contrastan con la pobreza polvorienta de los municipios que los habían recibido.
Muchos no tienen servicios básicos y casi la totalidad de sus habitantes están afiliados al régimen subsidiado de salud. Si esos dineros se hubieran invertido bien, no se vería la pobreza que se advierte. Pero se canalizaron a contratos que aparentemente sirvieron principalmente para aceitar la maquinaria clientelista de las localidades y no quedaron sino obras en diversos estados de deterioro, que no contribuyen al bienestar ni al paisaje urbano.
Son despojos de una manera irresponsable o criminal de manejar los recursos públicos, criaturas de una dirigencia local y de un sistema clientelista en contra del desarrollo económico y social de país, que deteriora y envilece las instituciones políticas. Esta clase política ha logrado dilapidar fortunas en municipios pequeños carentes de casi todo. CMI relataba la semana pasada cómo municipios del Cesar, de pocas decenas de miles de habitantes, despilfarraron cientos de miles de millones de pesos en obras inútiles.
Sorprende que un derroche de recursos públicos de esa magnitud no suscitara igual indignación que la del caso de Agro Ingreso Seguro (AIS), porque en unos pocos municipios se malversó más plata que la que se entregó irregularmente en ese programa, lo que ocasionó una serie de acusaciones de la Fiscalía y acciones paralelas de la Contraloría.
Quizá la indiferencia del público, de la Fiscalía, y de las instituciones de control, que ha hecho posible el despilfarro, se debe a que la gente no percibe que un malgasto de esa magnitud pudo ocurrir en su pueblo, ni tiene conciencia de la oportunidad perdida. Tampoco se ha identificado a un culpable.
Para que el AIS se convirtiera en un escándalo nacional, generara indignación y correctivos, fue necesario que una reina nacional de belleza apareciera entre los favorecidos. Entonces, la gente se dio cuenta de que algo andaba mal. En este caso, ninguna de las reinas del Cesar o de la Guajira es beneficiaria de contratos multimillonarios financiados con regalías y no ha servido para despertar conciencias.  Como la mayoría de los contratistas son de roscas políticas y pasan agachados, no hay una cara con la que se puedan asociar las fechorías.
En ausencia de una reina de belleza para despertar conciencias, el que puede cambiarle el destino a las regalías del futuro es el Ejecutivo nacional, porque en el Congreso están muchos de los que patrocinaron el despilfarro o se beneficiaron de él. Se han opuesto a la reforma del sistema de regalías que presentó el Gobierno y han negociado con él una solución inferior a la original, que es la que está en curso y deja en manos de los que han malgastado los recursos el manejo de los fondos a través de los cuales se canalizarían en un futuro las regalías. Esto permitirá que continúe el jolgorio y esa no es la solución. Lo ideal sería volver a la propuesta original del Gobierno o por lo menos, darle poder de veto a Minhacienda y al DNP en las decisiones de inversión de esos fondos.

rhommesr@hotmail.com
 

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