Columna


Felices pascuas

CARLOS VILLALBA BUSTILLO

26 de diciembre de 2010 12:00 AM

CARLOS VILLALBA BUSTILLO

26 de diciembre de 2010 12:00 AM

Cartagena está repleta de turistas, intransitable, con un margen adicional de subempleo transitorio y esperando que “El Niño” reemplace a “La Niña” enseguida de unas inundaciones que no dejaron ni grama ni Gramalote. Cachacos y cartacachacos andan felices por las calles, comprando collares y manillas en las esquinas, persignándose en las puertas de los templos, dando vueltas de noche en las chivas de alquiler y tomándose fotos con las palenqueras que venden frutas y leen la mano.
Desde el lunes pasado los precios comenzaron a subir en los supermercados, los restaurantes, los hoteles, los almacenes de artesanías, las joyerías y los bares de postín. Es la cuota extraordinaria que pagamos los cartageneros por regodearnos con los elogios que le hacen a la ciudad como uno de los mejores destinos turísticos de la Tierra, esta vez con la ñapa de ver reflotando los tubos del Emisario en los recibos del agua.
Las alcantarillas no se quedan atrás: también suben con la carga de caca y orines que les cae con la llegada de los propietarios no residentes, y complementan con su olor característico el panorama de cielo y mar de estos días diáfanos y soleados, pródigos también para los proveedores de SunStop total, Clarins 60, bronceadores, gafas oscuras, sombreros vueltiaos y relucientes gramitos... de coco biche.
Pero hay otros motivos que abultan nuestro superávit de satisfacciones. Encontrar, por ejemplo, a María Isabel Rueda con el cabello desflecado y unos pantalones capri al mejor estilo de Drew Barrymore, caminado por el parque Navas. O a Jaime Bernal Cuellar saltando en patineta por el paseo peatonal de Bocagrande. O a Andrés Peñate refiriendo cómo se salvó de que lo chuzara una raya en las playas de Manzanillo del Mar. O a Nancy Patricia Gutiérrez tratando de imitar, en el hall del Hotel Hilton, la expresión del rostro y los pasos de Naomi Campbell. O a Jorge Cárdenas luciendo, por los alrededores de la placita de San Diego, una bermuda a media pierna de la última colección de Lacoste.
Pasado mañana, día de los inocentes, llegará Daniel Samper. Inocentemente les preguntará a sus amigos cartageneros qué tal ven a Pachito Santos como periodista de radio, entre otras cosas porque ya le pilló una falla. En efecto, dijo Pacho en una de sus cuñas que la mayoría de los colombianos no traga entero, y todos sabemos que Uribe –con el fardo de exabruptos que vimos y seguimos viendo– salió del Gobierno con un 84 por ciento de aceptación. Más entero no se traga a Jonás otra ballena.
También vendrán Tomás y Jerónimo Uribe, que están invitados a almorzar chuletones de cordero, mojados con salsa agridulce de decretos paternales, en la Zona Franca La Candelaria; e Ingrid Betancourt, cosa que tiene aterrada a la Alcaldesa, pues si llegaren a secuestrarla aquí el producido del Estatuto Tributario sería insuficiente para pagar la indemnización que exija la ex cautiva Superstar.
No nos asustemos, por último, con el novelón de que Cartagena terminará convertida en una isla anegada en el 2050, porque Jaime Borda Martelo, quien ingresó a la Hermandad de los Esclavos del Santísimo Sacramento, habló en persona con Dios Nuestro Señor para que congelara esa predicción por los siglos de los siglos. Amén.
Felices pascuas.

Columnista y profesor universitario

carvibus@yahoo.es

 

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