Columna


Formar ciudadanos, construir ciudad

AP

12 de junio de 2012 12:00 AM

GERMÁN DARÍO ZAPATA VERGARA

12 de junio de 2012 12:00 AM

Siempre nos preguntamos cuál es la ciudad que queremos y lo pensamos desde la infraestructura, en vías, en tecnología, en competitividad. Sin embargo, da tristeza como predicamos y no aplicamos.
Nada de esto es posible si no involucramos directamente las bases, si no preparamos al ciudadano del común, si no educamos pertinentemente a nuestros ciudadanos, si no dejamos de ser excluyentes, si seguimos siendo inhumanos como el perverso sistema de salud que tenemos, si no dejamos el clientelismo y damos paso a personas realmente preparadas en conocimiento, pero sobre todo moralmente, para el ejercicio de la función pública, si no saneamos internamente nuestras instituciones, si no nos esforzamos por formar desde escuelas y colegios buenos ciudadanos para dar paso a graduar buenos profesionales.
Lo primero que hay que despertar en nuestros habitantes es el sentido de pertenencia, querer nuestra ciudad y sentirnos orgullosos de ella, cuidarla y conocer su historia.
Formar un ciudadano es enseñar a nuestros niños a proteger el medio ambiente, educarlo para el respeto, la democracia y la justicia. Hay que enseñarles a nuestros niños y jóvenes de la importancia de concientizarse que vivimos en una ciudad pluricultural, donde el respeto es un valor fundamental. La insensibilidad ante la necesidad de nuestro semejante no es rasgo de un buen ciudadano.
El Plan Maestro de Educación al 2027 sería el gran paso para decir que empezamos a preocuparnos por la calidad de la educación en nuestra ciudad. Formar ciudadanos requiere de todas las instituciones articuladas.
Si empezamos desde ya, no sería suficiente al 2027 para decir que empezamos a transformar nuestros ciudadanos pero sí sería un gran avance, siempre que cada ciudadado sea un actor transformador de la sociedad y los medios de comunicación forman parte activa en este proceso.
Hay que buscar los mecanismos para que nuestros niños accedan a los monumentos y conozcan nuestra historia, se sientan orgullosos de lo que somos y lo que tenemos.
Los miembros de las juntas de acción comunal deben ser los primeros en recuperar su filosofía de trabajar por la comunidad de la mano con la misma comunidad, convirtiéndose en el pretexto para un alegre encuentro los fines de semana, como antes, en los que la pala, el pico y el sancocho comunitario mostraban el verdadero sentido de pertenencia con su barrio.
Formar ciudadanos requiere principios éticos y morales, siempre hablamos de igualdad y de justicia, pero al mirar alrededor, vemos un escenario completamente diferente. Somos muy amigos del discurso, pero no pasamos del pensamiento a la acción. Si solo miramos nuestros propios intereses y no el interés colectivo, no podemos dar este gran paso, empezando por los líderes, las autoridades, los servidores públicos quienes deben dar buen ejemplo.
Las causas de la violencia son la desigualdad, el hambre, el malestar mental, pero el problema se agrava con la corrupción, un mal enquistado en lo público y en lo privado.
Tenemos el antídoto para atacar este mal que nos consume lentamente: eligiendo bien a nuestros representantes y gobernantes, y rechazando todo acto deshonesto que afecte al colectivo.

* Administrador público, concejal

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