Columna


Ganadería colombiana sostenible

JOSÉ FÉLIX LAFAURIE RIVERA

27 de marzo de 2011 12:00 AM

JOSÉ FÉLIX LAFAURIE RIVERA

27 de marzo de 2011 12:00 AM

Con mucho escepticismo, los ganaderos exploramos desde 2004 la producción silvopastoril, dadas las políticas públicas incipientes para incentivar y financiar prácticas conservacionistas y el uso sustentable de recursos naturales en el agro. Hoy cerca de 3.000 hectáreas tienen proyectos demostrativos en distintas escalas, con resultados que dan confianza en la reconversión productiva, ambiental y socioeconómica. La meta es consolidar, en menos de 10 años, un millón de hectáreas bajo estos esquemas, que aliviarán las tensiones entre “preservar” y “crecer”.
Este proyecto es la “Ganadería Colombiana Sostenible” y tiene el aval de los productores, el sector oficial y organismos nacionales e internacionales: el CIPAV, el Banco Mundial, Catie, The Nature Conservancy (TNC) y el Fondo para la Acción Ambiental y la Niñez.
La confluencia de estas instituciones y su “expertisia” le permitió a Fedegán estructurar la primera fase, que busca migrar en menos de cinco años 50.500 hectáreas en 83 municipios, de praderas degradadas hacia “bosques productivos” sustentables con ingresos por prestar servicios ambientales.
Con US$19,9 millones, 7 millones donados por el GEF, el gremio adoptó este nuevo modelo de producción ganadera, reconocido mundialmente en los últimos cuarenta años, aunque su concepción y práctica tienen más tiempo. Ya tenemos evidencias técnicas y económicas sobre los beneficios del silvopastoreo para mermar el impacto del cambio climático, preservar y recuperar la biodiversidad, mitigar la desertificación y el deterioro ambiental, corregir prácticas nocivas del sector, optimizar el uso del suelo, asegurar e incrementar la producción pecuaria, y la soberanía y la seguridad alimentaria. Mi caso como productor después de 5 años continuos de experiencia exitosa en el Sistema Silvopastoril (SSPI) lo confirma.
El proyecto de SSPI se enfocará en los medianos y pequeños ganaderos de cinco regiones estratégicas: Bajo Magdalena, Valle del Río Cesar, el Corredor de Roble Andino entre Boyacá y Santander, la Ecorregión Cafetera y el Piedemonte del Meta, y mejorará el acceso a créditos a través de Finagro y el Incentivo a la Capitalización Rural (ICR) Silvopastoril, evaluación y ajuste de tecnologías, capacitación en SSPI y asistencia técnica a través de los Centros de Servicios Tecnológicos (Tecnigán) de Fedegán.
Sabemos que la reconversión ambiental de la ganadería es posible. El proceso, arduo y enriquecedor, plantea retos y preguntas para la institucionalidad sobre cómo replicar y masificar esta alternativa frente a los sistemas tradicionales y a los desafíos crecientes de la inseguridad alimentaria, energética y ambiental del planeta. La experiencia en el desarrollo del SSPI indica que reconvertir sólo una hectárea cuesta entre $4 y $5 millones, ó $5 billones para un millón de hectáreas.
Esto implica un modelo de desarrollo en el país que jalone inversiones elevadas para la siguiente década, con destinación exclusiva para el agro. ¿El país está dispuesto y puede hacer esta inversión? La respuesta debería ser sí. Todo está de nuestra parte como país. Lo otro es aceptar la versión apocalíptica de Al Gore, quien planteó en Bogotá que de no responder a los retos ambientales, el Caribe colombiano será un desierto.

*Presidente ejecutivo de Fedegán.

jflafaurie@yahoo.com

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