Columna


Gossaín

CARLOS VILLALBA BUSTILLO

13 de noviembre de 2011 12:00 AM

CARLOS VILLALBA BUSTILLO

13 de noviembre de 2011 12:00 AM

La política es un oficio cuyos giros empujan de una punta a otra los hechos y a sus protagonistas. Ejerciéndola se despliega una actividad de servicio noble a la comunidad o se cae en una sucesión descarnada de pasiones y ardides. Por ella se sube hacia la consagración o se desciende hacia la degradación. Sin embargo, la política es la dinámica de toda sociedad organizada y sin ella no habría relación Estado-ciudadanos.
Hoy, como está el país, la política implica un conjunto de riesgos que sólo sortean con éxito quienes combinan el hábil manejo de los seres humanos con el rigor de los principios. Estrategia y principios no son incompatibles mientras se ceda en la primera sin quebrantar los segundos. Es mi consejo para Juan Carlos Gossaín, un joven liberal que, sabido de tales riesgos, viene insistiendo en adelantar una carrera política que lo lleve a más altos destinos que el que acaba de ganarse en ardua lid.
Gossaín ha estado ya en la Administración Pública, tanto la distrital como la departamental, y pasó por la prueba de una elección anterior en la que no tuvo buena fortuna. De manera que conoce la cancha y los jugadores, lo que piensan y lo que hacen, y también sabe cómo reacciona el público que colma las graderías en caso de que la balanza se incline demasiado por quienes cobran caros los apoyos. Sé de sus talentos e inquietudes, de sus lecturas y metas. Logró lo que buscó, y le llegó la hora de hacer lo que le gusta: gobernar.
Gracias a sus talentos, precisamente, Gossaín entiende que la responsabilidad de gobernar será sólo suya y de su equipo. Nadie, desde fuera, la asumirá por ningún acto de su administración, incluso desde dentro si otro presunto responsable no lo avala con su firma. Ya comprobará Gossaín que el poder es otra forma de la soledad cuando le toque tomar determinadas y delicadas decisiones. El encargado del timón responde por sí mismo y por los deberes que se le confiaron.
El estado en que está el Departamento –antes no anda peor– exige recursos cuantiosos, que vendrán, pero también eficiencia y calidad en las obras y los servicios que serán objeto de las inversiones. Para eso la condición de los colaboradores será clave, sin perjuicio de la representación política de los escogidos, porque la política y la buena administración se concilian mientras el ingenio sinuoso de la primera no dañe la razón de ser de la segunda.
La otra cosa que Gossaín tendrá en cuenta, estoy seguro, es lo que simboliza su victoria para un partido liberal que empezó a sacudirse de la persecución de un ex presidente felón y de la deserción de sus renegados. Después de ocho años de desierto, el Liberalismo se va a jugar parte del futuro con sus gobernadores y sus alcaldes. La reagrupación no demorará, y nada sería tan importante como un doble buen balance de la gestión de sus gobernantes regionales y locales y la recomposición de su militancia, rectificando errores y zanjando diferencias.
Por último, los jóvenes de nuestro Departamento –los de todos los partidos–, y en especial los más decepcionados con el ambiente deletéreo de la vida pública, aspiran a que uno de su generación recupere para ellos, con personalidad y coraje, la dignidad de la política.

*Columnista

carvibus@yahoo.es

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