Columna


Gossaín: recuerdos y esperanzas

AURELIO MARTÍNEZ CANABAL

01 de diciembre de 2010 12:00 AM

AURELIO MARTÍNEZ CANABAL

01 de diciembre de 2010 12:00 AM

“La vejez llega cuando el peso de los recuerdos es mayor que el de las esperanzas”, rezaba el proverbio árabe que escuchó de algún ascendiente Juan Gossaín, en su infancia de San Bernardo del Viento. Trajo a colación la sabia apreciación durante la conversación con Jorge Franco, la noche del lanzamiento en Bogotá de “La muerte de Bolatriste”. Es un relato novelado de Gossaín, que constituye ya un auténtico clásico en la literatura dedicada a bosquejar el entorno caribeño colombiano.
En la obra de Gossaín, aparecen dos o tres conceptos básicos. El tiempo, condicionante de la curva vital de los seres humanos, y el mar, componente insustituible para el autor, son ejes del acontecer que nos va contando. A ello se suma la descripción, con una picardía bien condimentada, del entorno social de alguna localidad del Mar Caribe. Como el novelista lo advertía, en la presentación de su trabajo hay escenas fabuladas y nombres reales y personajes ficticios y locaciones que existieron. Todo confluye para proporcionarle un ritmo formidable a la historia que repasa el lector.
Al regresar a su terruño, a una edad que superaba los sesenta años, quien narra la secuencia de acontecimientos que enmarcaron su juventud, advierte en sí mismo la carga fatigante de los recuerdos: “La vida no está hecha para comprenderla. No sé para qué está hecha. Ni de qué”. La compañía de su pequeño nieto le permite en un momento dado superar aquella nostalgia y retoma nuevas esperanzas. Tal como se afirma en el proverbio árabe antes citado. “Nadie me ha dicho que es demasiado tarde para volver a navegar con brío renovado, las velas zarandeadas por el capricho de la brisa, proa al norte, con los ojos abiertos y el corazón que zumba como la bandera de un barco pirata.”
Quienes hemos nacido a orillas del Caribe, compartimos con Gossaín su sensibilidad por el mar. “El mar penetra y la tierra es penetrada.” Y luego pone en boca de uno de los protagonistas de la crónica: “Nada es mejor que el mar, ni las mujeres”. Es marco magnífico para armar el hilo de los sucesos reseñados. Y para el desfile de Perroviejo Cabarcas, Sícalo, Mamá Pola, Sanfeliú, el profesor Fragoso, Bolatriste y Espinosa. Los dos últimos protagonistas centrales de la narración. Novela de acento masculino, por la índole del argumento. Sólo Norma Nada, le pone un toque de sensualidad femenina a la novela, que exhibe una factura literaria excelente y trama una cautivante.
María Isabel Rueda, en su libro “Casi toda la verdad- Periodismo y poder”, al hacer la presentación de Juan Gossaín, afirma que es “El escritor que estaba prestado al periodismo”. Y él mismo declara, en el extenso reportaje incluido en este interesante volumen: “Yo lo que quise ser desde chiquitico era escritor. Me metí al periodismo por una sola y verdadera razón, usted lo ha dicho: por necesidad económica”. En el ejercicio de esta noble profesión, a través de medios impresos y radiales, Gossaín ha dejado una huella envidiable de calificación profesional, independencia e intachable ética. A lo cual me atrevo a agregar, luego de leer “La muerte de Bolatriste”, que en la producción literaria de Gossaín aflora el talento y la sensibilidad del poeta inspirado. Y posiblemente no confeso.

*Abogado Consultor en Minas e Hidrocarburos.

marcan2@etb.net.co
 

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