Columna


Gutenberg y Google

DARÍO MORÓN DÍAZ

17 de diciembre de 2011 12:00 AM

DARÍO MORÓN DÍAZ

17 de diciembre de 2011 12:00 AM

En julio del año 2010 en esta misma columna reflexionábamos sobre la importancia de la televisión, el Internet y la imprenta de Johannes Gutenberg en el desarrollo de la cultura. En el siglo XV sin la imprenta de Johannes Gutenberg, el auge del Renacimiento hubiese sido incierto. La impresión de papiros, pergaminos y códices contribuyó a la difusión de teorías filosóficas y religiosas en forma masiva. Los libros permitieron el conocimiento de aquellos documentos inéditos de la antigüedad controlados por grupos selectos. Esos volúmenes religiosos pasaron del latín a otras lenguas y fueron mejor conocidos.
La Reforma de Martín Lutero y Juan Calvino fue posible debido a que la imprenta hizo más accesible los textos bíblicos para el conocimiento de sectores que antes no tenían acceso a los mismos. El protestantismo le dio un cariz democrático a la religión, con la difusión de tesis e interpretaciones filosóficas. Atrás quedaron los conocimientos dogmáticos de las cofradías en boga, que cohabitaban con el oscurantismo de la edad media. La imprenta de Gutenberg, antecesora de los linotipos y de las rotativas modernas, inició la revolución en el conocimiento, de esa manera facilitó el florecimiento del humanismo renacentista: de las bellas artes, la escultura, la arquitectura y la pintura. Un humanismo que se centraba en el hombre y sus realizaciones, contrario a la concepción divina que imperaba desde el Medioevo.
Camilo Jiménez, con su carta de renuncia como profesor de una universidad privada en Bogotá, ha puesto una “pica en Flandes”, carta en la que describe un fenómeno de desculturización de sus alumnos que bien puede ubicarse en la categoría del “analfabetismo funcional”. Pero es necesario destacar que ese grupo de estudiantes representa una porción del universo del estudiantado en la post adolescencia que ingresan a las universidades sin libros, ni carnet de biblioteca y por el contrario cargados con portátiles y BlackBerry para desempeñar el papel de “nativos digitales”, como los llama el profesor Jiménez.
Pero esa descripción del grupo pertenece a todo un universo de estudiantes, no solamente son los alumnos del renunciante profesor los inmersos en esa categoría del analfabetismo funcional de los que saben leer y escribir pero son incapaces de entender las más elementales propuestas de la vida diaria. Los “nativos digitales” que señala el profesor Jiménez deambulan dentro y fuera de la universidad, en los salones de clases, en los auditorios en donde ignoran a los conferencistas o grupos de tertulia por encontrarse ensimismados en el Facebook y el Twitter.
Las computadoras, el internet y el “doctor Google” no son culpables de que elijan su función negativa y no la positiva para entrar en contacto con el conocimiento y la cultura. Existe una falencia estructural en educación que no puede divorciarse del modelo imperante desde los años 80; una educación sin compromiso destinada a la creación de marionetas del establecimiento sin capacidad de análisis ni de cuestionamiento.
Retornando al principio creemos que la imprenta de Gutenberg contribuyo a la cultura de la humanidad en toda la extensión de la palabra.
NOTA: Esta columna aparecerá nuevamente el 21 de enero de 2012.

*Médico Cardiólogo. Ex Director de El Universal. Académico de Número de la Academia Nacional de Medicina, de la de Cartagena y de la de Historia.

dmorond@gmail.com

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