Columna


Hablando de tajadas

LIDIA CORCIONE CRESCINI

17 de mayo de 2011 12:00 AM

LIDIA CORCIONE CRESCINI

17 de mayo de 2011 12:00 AM

No quiero vender mi alma al diablo ni hacer canje de nada, ni adquirir porcentaje en alguna contratación, ni llevarme a la tumba ningún muerto encima, ni pagar condena detrás de las rejas. No le voy a permutar al diablo mi alma por aquello de la eterna juventud. En eso tengo clara mi conciencia y por eso me cuido en la alimentación (medicina preventiva); procuro hacer ejercicio y quiero alcanzar el equilibrio espiritual, y como soy católica quiero alcanzar la vida eterna con regocijo y paz. Sin embargo en este país  nos vemos obligados a soportar a muchos demonios con todas sus asquerosidades imponiéndonos implacablemente sus conductas delictivas sin tener en cuenta que a todos, a la gente del común como yo, nos afecta moral y económicamente.

Hace algunos días llegué a mi sitio de trabajo y grité: -que los metan presos, que los lleven a la cárcel. Una compañera de trabajo me mira y pregunta -¿a quién, ah? A todos los bandidos que tienen a este país en la inmunda. Ella sorprendida me replica –¡Entonces tendrán que meterlos presos a todos! Pues que los metan sin beneficios, le dije.
De ministerios que nos gobiernan creo que se salvan pocos, la mayoría están untados hasta los capilares. Es repugnante tener que vivir con la daga en la garganta soportando los malos manejos de dinero, que para poder ganárnoslo nos toca moler demasiado y no me parece justo ni saludable que los que supuestamente velan día y noche por los intereses de los ciudadanos se llenen los bolsillos a costa de nuestras gotas de sudor cuando le damos y le damos al pedal para ganarnos el sustento. Es bien verraco tener que levantarse a las cinco de la mañana y alistarse para cumplir con el deber, deber que nos hace grandes y agradecidos con Dios, ya que en este país contar con una chamba es una suerte absoluta y cuando se tiene se debe cuidar como un tesoro.
Todos los días sale a la luz algo y el vaho ronda constantemente en el ambiente. Este país parece una novela de intriga policiaca, llena de suspenso hasta el final, en el que después de seguir las pesquisas, reunir a todo un cuerpo de inteligencia que entre otras sale costoso, salga a la luz el culpable o los culpables. Llevo muchos años escuchando en las noticias los verbos: desmantelar, caer, atrapar, estafar, robar, matar…; Suena aterrador, por ejemplo: cayó una banda de delincuentes, desmantelaron un laboratorio de coca, atraparon a los contratistas que…;, estafaron por efecto de las pirámides…;, robaron tantos millones en…;, y el peor, mataron a “X”  por robarle un celular.
¿En manos de quiénes estamos? ¿De qué democracia estamos hablando? ¿En dónde está la Constitución que nos garantiza un Estado de derecho? ¿Cuál es nuestra protección social para efectos de integridad, salud, educación, vivienda, trabajo?
Me pregunto si todos los que se lanzan a candidatos son oportunistas o demócratas. Para contrarrematar, no conformes con todas sus hazañas nos dan latigazos con los excesivos impuestos, con el agravante de querer salvar al país a costilla de los incautos e inocentes que, como borregos, nos toca seguir pastando pringamoza.
Cartagena, por ejemplo, no quiere venderle su alma al diablo. Seamos conscientes y decidamos por quién vamos a votar en las próximas elecciones.

*Escritora

licorcione@gmail.com
 

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