Columna


Hace 10 años el mundo enloqueció

CARLOS GUSTAVO MÉNDEZ

11 de septiembre de 2011 12:00 AM

CARLOS GUSTAVO MÉNDEZ

11 de septiembre de 2011 12:00 AM

Hace una década, el 11 de septiembre de 2001, se produjeron los atentados contra las Torres Gemelas y el Pentágono, con los cuales el mundo ingresó repentinamente en  un nuevo periodo de la historia.
Este acto terrorista, ejecutado por un puñado de fanáticos, pero que debió ser  planeado por una mente criminal sofisticada, fue una acción osada, ya que atacar simultáneamente al World Trade Center, el pendón del capitalismo y de la globalización; y el Pentágono, el cerebro de las fuerzas armadas de Estados Unidos y en simultánea arremeter,  aunque fallidamente, contra el Capitolio de Washington, un símbolo del sistema político norteamericano, no fue  asunto de poca monta.
Este golpe de dados que dieron algunas organizaciones terroristas islámicas produjo asombro en el mundo entero. No era para menos, todo el planeta vio con estupefacción como un grupo de terroristas, además de asesinar a mucha gente, golpeaba los íconos cardinales del sistema capitalista y de la democracia norteamericana. La respuesta de los Estados Unidos, como es sabido, no se hizo esperar y supuso un esfuerzo bélico sin precedentes contra Irak y Afganistán, que todavía tiene consecuencias en la economía norteamericana. 
No obstante, los mayores efectos colaterales fueron políticos. El mundo se volvió menos seguro. Las medidas de control en los aeropuertos cambiaron para siempre el transporte aéreo, en razón de que  las requisas, colas, escáneres y chequeos múltiples lo convirtieron en un incordio. Igualmente, en la mayoría de los países se le ha dado más importancia a las medidas de seguridad que a la libertad individual, de tal forma que los centros comerciales, oficinas públicas y terminales de trasporte están cundidos de agentes estatales o de miembros de empresas de seguridad privada y cámaras de seguridad, vigilando a la gente.
Otros damnificados de este viraje han sido los inmigrantes de los países pobres, quienes  son tratados en algunos países ricos, como  potenciales terroristas. Esta xenofobia desmedida se ha disparado con la recesión económica y con su correlato, el desempleo. La prueba es la discriminación y los agravios que padecen los latinoamericanos en España, los gitanos en Francia, y los árabes y africanos en toda Europa.  En fin, en virtud del terrorismo islámico, el mundo occidental tuvo un cambio dramático, algo que no se sentía o notaba desde la II Guerra Mundial.
Este viraje fue tan marcado que trastrocó la visión de la geopolítica en el mundo occidental. A partir de ese momento, la libertad individual se enfrentó con la noción de seguridad, en un debate en el que lastimosamente va ganando la segunda; la privacidad se perdió, ya que los aparatos electrónicos sofisticados que usan para las intercepciones, nos dan la sensación de que el Estado sabe más de  nosotros que nosotros mismos, y por último, este aleve atentado del 11-S le dio base conceptual a algunos dementes fundamentalistas de Occidente para que ataquen a los extranjeros y a los islámicos, con las resultas de que se ha producido un retroceso moral y político, y  la  lucha entre religiones (Islam versus cristianismo) ha reemplazado a las ideologías.

*Directivo universitario. Miembro de la Academia de la Historia de Cartagena.

menrodster@gmail.com

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