Columna


Hechos políticos externos

DARÍO MORÓN DÍAZ

08 de enero de 2011 12:00 AM

DARÍO MORÓN DÍAZ

08 de enero de 2011 12:00 AM

En Brasil y Estados Unidos dos hechos políticos son relevantes y al mismo tiempo ambivalentes entre sí, optimismo o pesimismo. Luis Inácio Lula da Silva cumplió su mandato en Brasil con resultados excelentes. Logró poner a su país como octava potencia económica mundial y como líder indiscutible en el continente. Tales logros no lo esperaban, ni deseaban los apóstoles de la inercia, en lo político y social en Latinoamérica; en Colombia existen algunos especímenes de esa cofradía. El éxito del mandatario saliente del Brasil no da lugar a cuestionamientos.
Lula creó un "Programa de Bolsa Familia" encargado de distribuir subsidios a los más necesitados. Redujo la pobreza del 40 al 24 por ciento, y la miseria al 6 por ciento. Más de 25 millones de brasileros pasaron a hacer parte de la clase media. El presidente Lula inscribió a su país en la Organización Mundial del Petróleo (OPEP). Brasil participa también en el G-20.
La intervención de Lula en la última Ronda de Doha, fue positiva, influyó a fin de imponer el criterio de que Doha debía implementar un instrumento para favorecer a los más pobres del mundo, que dependen casi exclusivamente de la agricultura en un mercado europeo cerrado para ellos. Lula quería un mercado abierto.
El expresidente se retira con una popularidad de 87 por ciento, sólo equiparable con la de la mandataria chilena Michelle Bachelet. Las otras "popularidades" eran artificios mediáticos. Con Dilma Rousseff como presidente, Brasil experimentará ahora un estilo parecido al de Lula. La mandataria anunció que insistirá aún más en la reducción de la pobreza y tratará de superar el crecimiento del PIB del 7,6 por ciento. Es un hecho político optimista para Brasil.
El otro escenario es en los Estados Unidos, en la Cámara de representantes. La ultraderecha, cobijada en el Partido republicano, logró la mayoría y combatirá la política social del presidente Barack Obama.
El republicano John Boehner asumió la presidencia de esa célula congresional. Boehner anunció que combatirá la Reforma de la Salud del presidente Obama por "catastrófica". Tal calificativo merece ser glosado. En Estados Unido viven 47 millones de norteamericanos, incluyendo 9 millones de niños que carecen de seguros, y allá también hay "Paseo de la Muerte” (1)(2). Los costos de la salud en el gobierno republicano de Bush crecieron por encima de los salarios y los seguros se cuadriplicaron.
La Reforma de Obama, por el contrario, es universal: "ningún norteamericano podrá ser rechazado por enfermedades preexistentes". La Reforma rebaja los precios de los medicamentos y cobija a los niños y adultos hasta los 25 años. A esto se oponen los republicanos encabezados por Boehner, que tiene conexiones con los "lobistas" de las poderosas empresas farmacéuticas. ¿Qué ofrecen los del "Tea Party" y demás reaccionarios?: ¡que todo quede igual, y la salud siga siendo un negocio!
Este es el hecho político pesimista. Obama, sin embargo, tiene la mayoría en el Senado y la oportunidad de ejercer su liderazgo como defensor de la Salud y de su gobierno.
1) Neoliberalismo y los planes de salud; DMD. El Universal.
2) Michael Moore: "Sicko". Documental.

*Médico Cardiólogo. Ex Director de El Universal. Académico de Número de la Academia Nacional de Medicina, de la de Cartagena y de la de Historia.

MOROND@telecom.com.co
 

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