Columna


Jaime Angulo Bossa

EDMUNDO LÓPEZ GÓMEZ

31 de enero de 2012 12:00 AM

EDMUNDO LÓPEZ GÓMEZ

31 de enero de 2012 12:00 AM

(Apartes del discurso pronunciado en el salón de actos de la Universidad Libre, en Cartagena, el 26 de enero).
Más allá de la amistad que me unía a Jaime Angulo Bossa, tuve el privilegio de conocer a un ser de convicciones morales, éticas y políticas profundas. Y también a un gran orador –a un gran tribuno, para definirlo mejor-, y a un escritor formidable. Para mí: un escultor de la palabra con alma de poeta.
Pero no cuidaba solamente las formas para expresarse. El contenido de sus ensayos, sus discursos, en todos y cada uno de sus libros,  bastaría para considerarlo como un pensador político notable. No solo de Colombia sino de Latinoamérica.
Mi afirmación tiene su fundamento en la excelencia de su obra. Autor de numerosos ensayos sobre temas políticos. “Anti paridad y Ante hegemonía” –uno de ellos-, fue un brillante alegato contra el ejercicio monopólico del poder, pues eso significó el Frente Nacional, cuya concepción jurídica y política -y su práctica-, no podía aceptar un ideólogo de la izquierda democrática como era Angulo Bossa.
Su amplia versación jurídica quedó patente en el conjunto de sus producciones. “Mi encuentro con la Constitución”, “Izquierda, poder constituyente y Constitución”, “Gestación del constitucionalismo colombiano”, “Qué es un preámbulo”, “Diez Cartagenas  y un solo pueblo verdadero”, “La Tribuna encendida, autobiografía oratoria”, y su obra fundamental, digo yo, “581 años de rebeldía, en dos tomos, libro que comenté en mi columna de El Universal, en el año 2004, y en cuya oportunidad lo situé al lado de los más destacados exponentes de nuestra cultura.
Debo decir que tengo guardado un espacio para comentar también su último libro: Viva el 11. 2011, bicentenario de la Independencia Nacional.
Jaime Angulo, el escritor, el orador, el pensador, hizo, ciertamente, grandes aportes a la literatura política y jurídica colombiana, más allá del horizonte parroquial.
Me hizo el honor de prologar en 1990, mi libro “La verdadera Constituyente” y lejos de pretender abrirle comillas a los inmerecidos elogios que me hiciera, llamo la atención, sin embargo, alrededor del respeto que le merecía el político que ejercía la democracia, con lealtad: “El político, que según sus palabras, mete las narices para oler el futuro, el que aguza los oídos para escuchar el rumor del pueblo, el que abre las manos para recoger los recados del viento, el que acelera su corazón para que el latido no quede detrás de la historia, aunque su vida corra el peligro de salirse de su propio cauce y agotarse, en fin, el político que afina su conciencia para no traicionar nunca la idea encendida en el pábilo de sus grandes convicciones” .
¡Con cuánta elocuencia se expresaba mi amigo, Jaime Angulo Bossa!
Juró ser un rebelde toda la vida, apunté en mi libro “Puntadas sin dedal”, y a fe que lo fue, como militante de la social democracia,  el espacio ideológico donde anidaron sus ideas como pensamientos en permanente ebullición.
Comprometido solo con su conciencia, no esperábamos que nos abandonara tan sorpresivamente, y sobre todo, sin la venia de sus lectores que lo admirábamos tanto.
Su familia sabe que también lloro su ausencia.

*Ex congresista, ex ministro, ex embajador.

edmunbdolopezg@hotmail.com

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