Columna


Kubulundus opina sobre Ublime

MARIO MENDOZA OROZCO

25 de abril de 2012 12:00 AM

MARIO MENDOZA OROZCO

25 de abril de 2012 12:00 AM

“Si los versos de Núñez hubieran tenido algún sentido poético, Shakira no los hubiera trastocado”, dijo Kubulundus mientras yo ponía la segunda sinfonía de Sibelius dirigida por James Levine.
Mientras degustaba delicatessen y vino chileno, continuó: “pero no hay mal que por bien no venga: ahora tenemos a Ublime, su última creación. Shakira, que no se equivoca cantando música mucho más difícil que nuestro himno nacional, trastocó una sílaba, no una nota, o un sonido. No se equivocó en la música sino en el verso, ese vestido que a veces, no siempre, usa la poesía. Pudo ser que además la perturbara un poco esa música decimonónica tan italiana, casi tan de Oreste Sindici como de Vincenzo Bellini. Quién sabe si por una fracción de su segundo su memoria se distrajo con el tema cantábile de la obertura de Norma. Y entonces la sorprendió el coro: “La libertad sublime”, meritorio verso donde cada sílaba es un latigazo fonético. Un heptasílabo más apropiado para “rapear” que para cantar, pero esa dificultad era una bagatela para Sindici, que utilizó tres melismas para añadir cuatro tiempos, una en tad (ta-ad), otra en su (su-u) y una más en bli que ocupa dos tiempos de la misma nota (bli-í-i) antes de descansar en me, con lo cual la música adquirió un ritmo endecasílabo sobre un metro verbal heptasílabo. Ella pudo pensar que ese ríspido verso era parte de un alejandrino, pero recordó que la letra del himno siempre era editada en estrofas de arte menor, además de que “En surcos de dolores” y “El bien germina ya” eran heptasílabos de similar estructura…; ¡Caramba, pero nos enredamos, amigo mío! ¿Y de quién es la culpa? No de Shakira, tampoco de Sindici y ni siquiera de Núñez, a quien presento mis respetos. La culpa es del verso. Y es que los versos, como las palabras, pueden cobrar autonomía, urdir celadas y perpetrar venganzas”.
Mientras rellenaba su copa, Kubulundus me miró inquisitivo y continuó: “Shakira, a quien su oído no le permite equivocarse musicalmente, nos regaló por accidente un personaje muy gracioso, que por mucho tiempo nos acompañará. Una palabra nueva, como esas acuarimántimas de Barba Jacob, esas putas chillonas de Octavio Paz o aquellas inefables que fueran la cosa misma, añoradas por Juan R. Jiménez. No todos los días se crea una palabra, pues cada vez que ocurre es porque algo nuevo ingresó al universo. Así fue creado Ublime. ¿O es que alguien duda de su existencia, en esa realidad que sólo podemos describir a través de las palabras...?”
Bebió un largo trago de vino tinto, chasqueó la lengua y remató:
“A mí me encantaría que Shakira estuviera aquí ahora, que nos acompañara a oír por lo menos el cuarto movimiento, ojalá ataviada con aquella peluca azul que le queda tan preciosa. Quizás en la melodía palpitante de esa música poderosa ella reconocería la influencia escondida en alguna de sus creaciones. Yo trataría de escudriñar en su actitud y su mirada cualquier reacción delatora, pero no me sorprendería que con la incomparable gracia de su divina feminidad, levantara los hombros y abriera sus manos para decirme, con una sonrisa de astuta complicidad: ¡Qué puedo hacer, querido profesor! Las mujeres somos las de la intuición…;”

*Médico y Escritor

mmo@costa.net.co

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