Sin que se descarte el surgimiento de nuevos nombres, los aspirantes a la Alcaldía de Cartagena tienen tres tipos de candidaturas: políticas o representativas de partidos; populares; y cívicas.
Las primeras corresponden a la dinámica electoral convencional, en la que las organizaciones políticas escogen uno o varios candidatos representativos de sus intereses, que dependiendo de su posicionamiento reciben el guiño de los directorios y el correspondiente respaldo de todo el engranaje partidista electoral.
Las candidaturas populares surgen de movimientos o sectores tradicionalmente excluidos, con afanes de cambios radicales; están muy bien intencionadas pero no siempre con la suficiente capacidad y perfil que requiere la gerencia de una ciudad. Con regularidad generan el “efecto burbuja”, que caracteriza crecimientos vertiginosos y declives contundentes.
A diferencia de la anterior, las candidaturas cívicas encarnan también el sentir de sectores populares, pero resultan de procesos emprendidos por organizaciones o sectores ciudadanos, con ingredientes adicionales a la emotividad y soportados en la convicción de despertar interés colectivo y por consiguiente contar con los votos de opinión para triunfar.
Cada una de tales clasificaciones puede ser objeto de análisis más detallado, pero en esta oportunidad me refiero a esta última y a quienes las representan en Cartagena, independientemente de sus cercanías o distanciamiento con el gobierno local, fruto del primer triunfo electoral de una candidata eminentemente cívica.
Paradójicamente, mientras los partidos políticos no tienen un norte claramente definido, por ausencia o confusión de candidatos propios y la opción popular está claramente identificada y posicionada, las candidaturas cívicas siguen proliferando, lo que tiene su lado positivo en cuanto al ejercicio democrático, pero también ofrece riesgos de dispersión, que pueden despejar el camino a otras opciones posiblemente no deseadas por las mayorías, ni las más preparadas.
Este miércoles está anunciada la divulgación de una proclama por parte del Partido Verde en asocio con otras organizaciones, orientada a la conformación de un abanico más de aspirantes a la Alcaldía con el rótulo de cívicos, con el cual ya se han presentado Dionisio Vélez y Roxana Segovia.
Con la columna reciente de Jorge Enrique Rumié en El Universal, quedó formalizado el respaldo del Movimiento Cívico Cartagena 1815 a Roxana Segovia, pero a diferencia de los procesos anteriores orientados por este grupo de pensamiento estratégico, en esta oportunidad se trata de una opción cívico política, coherente con un proceso de transformación de costumbres políticas, que ofrece la opción de alianzas entre sectores ciudadanos y partidos comprometidos con su depuración interna y con la ciudad.
Independientemente de las causas que motivaron la presentación separada de estas candidaturas cívicas con propósitos comunes, están llamadas a realizar campañas limpias, respetuosas y estar dispuestas a reconocer en algún momento los avances y la mayor receptividad que genere una de ellas, para coincidir en el único camino que puede garantizar su triunfo de ciudad: la unidad.
*Trabajador Social y Periodista, docente universitario, asesor en comunicaciones.
germandanilo@hotmail.com
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