Columna


La cátedra Guillermo Cano

CARLOS VILLALBA BUSTILLO

07 de octubre de 2012 12:00 AM

CARLOS VILLALBA BUSTILLO

07 de octubre de 2012 12:00 AM

Mañana se inaugura la cátedra Guillermo Cano en la Universidad de Cartagena. Encomiable forma de dar un ejemplo de gratitud, en nombre y representación del buen juicio, a un país donde solemos olvidar los gestos de los hombres excepcionales, que lo dan todo de sí, hasta la vida, por preservar los valores de una sociedad con tradición, cultura y ética que necesitamos cuidar de la corrupción, la jayanería y la barbarie.
La nuestra –la colombiana– parecía enrumbada, desde cuando Guillermo asumió la Dirección de El Espectador, a desentenderse de aquella obligación por obra de sus dirigentes políticos, los de los partidos de entonces. Semejante desvío lo atormentaba, y presentía un país descaecido por los desenfrenos si un magisterio superior a las tentaciones no lo alertaba, con voz autorizada, antes de rodar por el precipicio.
Él y su periódico se ajustaron, siguiendo la huella de dos generaciones anteriores, a la misión que les correspondía, y guiaron la información y la política editorial a cumplirla de la mejor manera: aprobando logros y condenando vicios, sin sacrificar los principios a los afectos personales ni las convicciones morales a la disciplina de partido. El equivocado liberal merecía los mismos reproches que el equivocado conservador o el comunista, porque su tareaperiodística tenía que ser rigurosa e imparcial.
Por eso, al mismo tiempo que la practicaba la enseñaba con la sencillez de su propia conducta, sin alardes o dogmatismos, basado en el recto criterio del oficio cuando se ejerce de modo responsable. Salirse de esa línea hubiera sido, para Guillermo, matarle el alma a una responsabilidad que no podía ser más ni menos de lo que es: la conexión entre el mundo y el lector, entre un hecho importante y su divulgación, entre un acontecimiento valioso y el análisis que suscita.
Ya era tiempo, por consiguiente, de que en la Costa Atlántica, una región que preocupó mucho al periodista Guillermo Cano, se erigiera una cátedra con su nombre y para aprovechar su herencia en una Universidad como la nuestra, epicentro por más de un siglo de la formación académica de todo el litoral que le empacaron en su nombre Bolívar y Santander. Al rector Sierra Anaya, a la profesora Sara Marcela Bozzi y al programa de Comunicación debemos ese acierto que mañana enaltecerán con su presencia Ana María de Cano y dos de sus hijos.
No por capricho del azar se estremeció medio mundo con la muerte de Guillermo Cano. Fueron cuarenta años de historia de Colombia que marcharon junto con cuarenta años de periodismo erguido y militante, sin mansedumbres que paralizaran una voluntad que rompía los cercos que le tendieron el sectarismo, las dictaduras y la delincuencia, incendiándolo unas veces, cerrándolo otras, ultimando a su director y bombardeando su sede cuando los genocidas se percataron de que sus sucesores ni claudicaban ni se rendían.
Además del periodista, el hombre Guillermo Cano es otro venero que la cátedra que llevará su nombre habrá de escrutar en las aulas, como arquetipo humano y como sensibilidad,como carácter y como personalidad, para que los saltos frecuentes de la tecnología no anulen la vibración de los espíritus que supieron marcar un destino.

* Columnista

carvibus@yahoo.es

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