Columna


La conjura de los columnistas

AP

19 de mayo de 2011 12:00 AM

CRISTO GARCÍA TAPIA

19 de mayo de 2011 12:00 AM

Pretender que las sociedades humanas son un todo homogéneo y cerrado a las dinámicas  transformadoras y generadoras de cambio que su misma naturaleza implica, esa sí que es la más vehemente distorsión de la realidad, a la vez que la más perversa contribución para que surjan y se reproduzcan los climas de violencia que emergen en la sociedad colombiana.
Asumida la sociedad como el conjunto de visiones, acciones y perspectivas discrepantes en lo económico, político, ideológico y cultural, entre otras variables que comportan la transformación continua y permanente del conglomerado humano, corresponde a los analistas de aquellas realidades su interpretación crítica y la valoración ética de cuanto en ella acontece en función de los individuos que la integran. Y del colectivo al que aspiran llegar.
Y son, de primera mano, los columnistas a quienes corresponde la tarea de tomarle el pulso y la presión a la sociedad en sus diversos estadios y momentos. De sopesar críticamente si el rumbo que le están marcando sus gobernantes es el idóneo; si los derroteros políticos son los que convienen y si la administración y dirección del Estado están en buenas manos y guiadas por la ética, la transparencia, la eficiencia y la equidad.
Jamás es su propósito el de “crear desasosiego en torno a la marcha y continuación de la política de seguridad democrática”. Ni es tampoco su intención la de “hacer mella sobre las actuaciones de la fuerza Pública”, como en reciente columna de El Pilón, afirma Lafaurie Rivera.
Si algo resalta en quienes ejercen el derecho de opinión como columnistas, es la objetividad y respeto con el que manejan los motivos de su análisis. Y no precisamente para desestabilizar o procurar “el debilitamiento institucional y en especial el de la Fuerza Pública”. Tampoco para “polarizar al país en lo político y social”. Y menos, para “atizar la violencia”.
De no haber mediado el análisis, la crítica y la búsqueda de la verdad por parte de esos columnistas a los cuales José Félix sindica de “lunar negro” de la sociedad colombiana, es casi seguro que los hechos criminales que hoy perturban la legitimidad y la legalidad de la contratación y la función públicas, de la política y el Estado, hubiesen arrasado con la institucionalidad, la gobernanza y la seguridad de la nación.
Por tanto, a quienes difunden la insensata prédica de una conjura de columnistas para contrariar a la opinión pública y generar malestar en torno a la capacidad de las Fuerzas Armadas para preservar la seguridad, hay que exigirles que cesen en sus peligrosos señalamientos y dejen de ver demonios en donde sólo hay propósito de ayudar a sacar a este país de la hecatombe de la corrupción y de la suplantación del Estado por las múltiples mafias que se lo disputan.

*Poeta

elversionista@yahoo.es

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