Columna


La educación del público

NADIA CELIS SALGADO

07 de febrero de 2011 12:00 AM

NADIA CELIS SALGADO

07 de febrero de 2011 12:00 AM

Con motivo del Hay, un editorial de El Espectador concluía preguntando si el público de Cartagena tiene la talla para los Festivales Internacionales que acoge. Obviemos el insulto a nuestra inteligencia y el oportunismo cachaco de quien aboga, además, porque el Hay se mude para Bogotá, y admitamos lo real tras el comentario: la primacía del público nacional y extranjero en estos eventos. Supongo, además, que la apariencia de la minoría local asistente daría al periodista para preguntarse a cuántos toca el contenido de las charlas, con temas tan relevantes para la ciudad como la pobreza o la prostitución infantil.
Es obvio que estos eventos son diseñados como “exclusivos”–con toda la carga de distinción y discriminación de la palabra. Sin embargo, la justificación del fenómeno suele ser que a la gente no le gusta asistir. Léase la culpa es del cartagenero que, en su ignorancia, prefiere a Silvestre Dangond, cuya “cultura” sí disfruta y defiende. La cuestión económica (de 17 a 160 mil pesos por boleta) pasa por irrelevante. Tampoco cuenta que hasta los conciertos “gratuitos” sean cerrados.
Olvidemos por un momento que Festivales como éstos son abiertos en Puerto Rico y en Chicago, y que, nada más en Barranquilla, disfrazarte es suficiente para entrar gratis al Carnaval de las Artes. Supongamos que, como se ufanan en sus folletos, estos Festivales quieren darle, más bien devolverle, algo a la ciudad. Hay que advertirles que cuando te enfrentas a medio milenio de exclusiones sistemáticas, no basta dártelas de inclusivo. Te toca ser deliberado, asumir tu papel en educar y atraer a la gente, asegurarte de que se sientan bienvenidos no sólo los niños sino todos los ciudadanos.
De acciones simbólicas, además de políticas y económicas, está tejida la malla que divide esta ciudad: de gestos, movimientos, miradas, presencias y ausencias que te hacen saber, con la piel y el corazón, que hay sitios a los que NO perteneces.
Por eso es tan importante todo gesto afirmativo, desde los esfuerzos oficiales hasta los de artistas y jóvenes defendiendo minorías, pasando por cada talento creativo que se instala con o sin permiso en una plaza, a disputar el espacio que nos pertenece a todos. Por eso cuentan las agendas alternas que han llevado a los barrios a escritores y compositores, y los esfuerzos recientes por traer a las comunidades del “extramuro” a las actividades culturales del centro. Al esfuerzo por valorar las tradiciones propias hay que sumarle el de enseñar a apreciar y retroalimentarse de las de los otros.
La reciente inauguración de la agenda del Bicentenario de la ciudad es una lección en este sentido: un evento diseñado por y para cartageneros, y montado a la altura de eventos internacionales; con elementos tradicionales propios y arreglos contemporáneos, y excelsa calidad en cada presentación, brillando en la Torre del Reloj. Ciertamente el Centro histórico es un “escenario natural” inigualable, y los cartageneros sí sabemos, si nos sentimos acogidos, apreciar esa belleza. La inauguración del Festival Internacional de Cine, con pantalla gigante en el Camellón de los Mártires, gratis y con buses llegando desde los barrios, promete ser otro evento memorable.
Esa es la actitud. Así se educa al público no sólo para disfrutar del arte sino para sentirse parte y propietario de su ciudad.

*Profesora e investigadora

nadia.celis@gmail.com

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