Columna


La guerra mediática y la otra

AP

30 de diciembre de 2009 12:00 AM

CRISTO GARCÍA TAPIA

30 de diciembre de 2009 12:00 AM

Aún están por verse los resultados de las investigaciones “exhaustivas” prometidas por el Gobierno, Fuerzas Militares, Fiscalía, Procuraduría y, porque así lo hizo saber Mr. Brownfield, Embajada de Estados Unidos, acerca de los autores, tanto intelectuales como materiales, de los “falsos positivos” que dieron con la ejecución de cientos de compatriotas en diversas regiones del territorio colombiano. De eso ya ni se habla ni se producen comentarios y, por supuesto, tampoco es que se vislumbre, más acá del manto de impunidad con el cual se cubren para la posteridad los crímenes que involucran al Estado, reparación de naturaleza alguna para las víctimas de este sistemático y particular exterminio. Cuanto ha acontecido en Colombia en época reciente en ese escenario de la guerra que se libra por parte del Estado contra un enemigo apenas visible en siglas y una que otra escaramuza en el profundo sur y zonas montañosas, no deja de aventurar la hipótesis de una confrontación armada mediatizada para justificar la inmovilidad de un modelo político cuya dinámica es inercial, ora en lo económico bien en lo social. Y es esa inmovilidad, justamente, la que engendra variantes del modelo en trance de agotamiento que de una u otra manera van a justificar el discurso de la guerra traducido en acciones y contextos que, aunque no respondan a las realidades fácticas, generan todo un cúmulo de acciones que se sustentan en la mediatización de sus falsos y reiterados presupuestos. Y sobre ellos, los falsos presupuestos y el poder de lo mediático en permanente desarrollo y aplicación, se estructuran esquemas que reproducen escenarios ideales de guerra, los necesarios e indispensables para la puesta en marcha de todo el aparato bélico y la ejecución de planes, programas y políticas, que respondan a ese “estado” de conmoción influido por el aliado más poderoso y efectivo, el poder mediático. No importa que el enemigo a combatir no sea más que escuadrones holísticos, asaltantes de caminos. O, como acontece con los “falsos positivos”, muchachos desempleados del campo y la ciudad y enfermos y desvalidos, a quienes visten y calzan de combatientes insurgentes, por lo general guerrilleros, y luego ejecutan y presentan y cobran recompensa por ellos como “caídos en combate con la Fuerza Pública”. Entre tanto, son las mafias, el narcotráfico y el paramilitarismo, con sus ejércitos, instituciones y medios, más que las guerrillas todas juntas y Chávez y Correa, quienes en verdad tienen capacidad de combatir, doblegar y “refundar” el Estado, someter la institucionalidad e instaurar, en solitario o en alianzas, su modelo político. Ya quedó plenamente demostrado con las repúblicas independientes a que dio origen el Pacto de Ralito en diferentes regiones de Colombia. Pero como el modelo político vigente con tal de sobrevivir hace alianzas hasta con el Diablo, no es de extrañar que el 2010 esté enmarcado en ese indeseable y nada, pero nada de nada, benéfico augurio. Que tal no ocurra, es mi más ferviente deseo de Año Nuevo para mis lectores. *Poeta, escritor y periodista elversionista@yahoo.es

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