Columna


La mejor ciudad

LIDIA CORCIONE CRESCINI

24 de enero de 2012 12:00 AM

LIDIA CORCIONE CRESCINI

24 de enero de 2012 12:00 AM

Vivimos bajo la eventualidad de los factores que nos envuelven, produciendo influencias decisivas en nuestro comportamiento. Cartagena progresa, así nos lo manifiesta la Página web de la Alcaldía cuando nos convoca a pagar el impuesto predial: “Yo sueño con una Cartagena hermosa, la mejor ciudad del mundo”. Para acatar este imperativo, es conveniente que reconsideremos las actitudes negativas, razonando sin permitir que los silencios y las omisiones penetren en la buena voluntad de las masas.
Se sueña con una Cartagena hermosa y verbalmente se propugna por su transformación socio-ética-moral, cultural y viable en todos sus aspectos. Espero que no quede en el mero verbalismo o artículos bien elaborados, pero poco comprometidos.
Muchos gobernantes, así lo demuestra la historia, se emocionan y, en su afán, quieren modificar el estatuto de las injusticias sociales vigentes, absurdas y dominantes. Se ofrecen entonces a la tarea de auxilio. Todos sabemos que el precio de un ideal cuesta el sacrificio del idealista, por lo tanto, es comprensible que existan dificultades en el desempeño de esas tareas.
Tengo la certeza de que nuestro Alcalde Campo Elías Terán Dix, no es Dios, ni tiene poderes sobrenaturales, es un ser humano como todos, con aciertos y errores. Pero lo que me queda claro cuando propuso al pueblo cartagenero su compromiso, es que a pesar de ser terrenal, su espíritu carga impetuosamente las ganas de llevar a cabo todo lo prometido a los ciudadanos. Prueba de ello es que alcanzó la posición que hoy ocupa. Él nos trae la buena nueva de que las cosas o cambian o cambian y que el progreso no descansará en el letargo de los días y de los incumplimientos de las obras, sino que sacará a flote con ética a la ciudad que parece sumergirse en una noche abismal, amenazada a diario por la inseguridad, desempleo, hambre, inasistencia en salud, “pocos ricos y muchísimos pobres”.
Para ahorrarme el descuento en el impuesto predial, siempre he sido una contribuyente puntual. Cualquier chivito que me ahorre me alivia la vida, porque me gano el pan con el sudor de mi frente, madrugando diariamente, moliendo hasta más no poder para propiciarme un vivir que abarque mis necesidades básicas. En esta ocasión lo pagué los primeros días de enero, no sólo por el descuento, lo hice con la seguridad de que el recaudo empezará a dar frutos inmediatos. Quiero y, así lo queremos todos los cartageneros, hechos concretos de esas propuestas, hechos que nos alegren la vida, que borren el estigma del desvío de dineros recaudados, que desaparezca el concepto del mal manejo de los mismos y que la palabra corrupción se la devore el mar. Campo Elías y su equipo tienen una tarea para ejecutar, ofreciéndonos cosas nuevas, con entusiasmo, seriedad, sin conflictos ni indecisiones.
Quiero hacer esta reflexión con el señor Alcalde, sus colaboradores y la ciudadanía en general: “Los hombres, nos arrepentiremos de las decisiones apresuradas y ansiosas, pero nunca de aquellas que nacen del cálculo y la calma”. Reunamos las fuerzas morales en la disciplina del equilibrio, no precipitando procesos para favorecer a otros. Dominemos nuestras malas inclinaciones y encausemos los ideales hacia el bien que nos beneficie a todos por igual.
*Escritora
licorcione@gmail.com

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