Columna


La rebelión de los imposibles

CARLOS VILLALBA BUSTILLO

21 de agosto de 2011 12:00 AM

CARLOS VILLALBA BUSTILLO

21 de agosto de 2011 12:00 AM

Se dice que en los Estados Unidos los imposibles políticos se rebelan, esto es, se vuelven posibles. Como para enloquecerse de la perplejidad, pero es cierto. La debacle del 2008, causada por los republicanos, terminó beneficiándolos a ellos mismos porque el Gobierno demócrata que recibió la mala herencia no hizo el milagro de rescatar la economía en dos años. En las elecciones de mitaca, los causantes del daño revivieron de su propio infierno.
Hace quince días, casi se rebela otro imposible que no cabía en ninguna mente normal: quebrar deliberadamente a una potencia en crisis por irracionalismo político. Estuvieron a punto de precipitarlo los autores de la misma debacle de hace tres años, pues el ala más radical de esa caverna ideológica considera que su extremismo es primero que su país. Y para llevar las cosas hasta allá se prestó una calificadora de riesgos experta en desaciertos estrepitosos.
Cuando el hecho estuvo a una tira de producirse, el mundo, horrorizado por lo que ocurría en el Capitolio de Washington, se preguntaba: ¿En qué planeta estamos viviendo?
Ni en el de los simios se hubiera sospechado de una trama diabólica como la que el Tea Party prohijó contra el Presidente negro para desgraciarle su gestión. Al final, un clarito de lucidez, pero con imposiciones de mala fe, permitió el paso del Rubicón financiero, todavía alborotado por la incertidumbre que reina en las operaciones bursátiles de los cinco continentes.
Ahora es Obama el que juega a la rebelión de otro imposible político: su reelección. Pero no lo intenta por torpe, sino porque la pasión aparentemente ilusoria de la sinrazón republicana se estrellará contra la mediocridad de tres candidatos que no serán los que convenzan a los demócratas inconformes con el Presidente, ni a la mayoría moderada del Partido Republicano, de que los tres juntos gobernarían mejor que Obama.
Por ser los gringos como son, la candidata Michele Bachmann cayó un poco en los índices de favorabilidad porque conmemoró con sus partidarios, en uno de los comandos de campaña, el aniversario de la muerte de Elvis Presley como si hubiera sido el de su natalicio, y Marcus, su flamante esposo, nada pudo hacer para evitarle el error porque confundía a Presley con Michael Jackson.
La misma democracia que tuvo en sus entrañas al Ku-Klus-Klan racista tiene ahora un Ku-Klus-Klan político con los mismos reinos, dominios, guaridas, dragones y brujos, más la misma nauseabunda virulencia que un día hizo más tolerable la explotación humana que el linchamiento, y que hoy podría desguazar la carrocería del imperio. Si recuperan el Estado (lo tuvieron ocho años con Bush) volverán a mezclar petróleo y sangre, exonerados de los impuestos que financien la mezcla.
Mitt Romney, Rick Perry y Michele Bachmann, pensando lo que piensan y actuando como actúan, no preludian una redefinición del poder norteamericano en esta coyuntura crítica de su historia. Nada han dicho ni propuesto que conmueva a una Nación acorralada por los disparates de su antecesor texano. Si el instinto de conservación del americano medio y del inmigrante legal lo interpretan así, el imposible de la reelección de Obama saboreará su rebelión ante las cóleras y los mohines de sus enemigos.

*Columnista

carvibus@yahoo.es
 

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