Columna


La salida para el Dique

PADRE RAFAEL CASTILLO TORRES

27 de marzo de 2011 12:00 AM

PADRE RAFAEL CASTILLO TORRES

27 de marzo de 2011 12:00 AM

Sin duda, la crisis producida por el fenómeno de La Niña requiere soluciones técnicas. Estas impedirán que el calentamiento global sobrepase los dos grados centígrados (si se diera sería desastroso para toda la biosfera).
Pero la técnica no lo es todo, ni es lo principal. Galileo Galilei dijo: “la ciencia nos enseña cómo funciona el cielo, pero no nos enseña cómo se va al cielo”. De igual manera, la ciencia nos indica cómo funcionan las cosas, pero por sí misma no puede decirnos si son buenas o malas. Para eso tenemos que recurrir a criterios éticos, a los que la propia práctica científica está sometida. Tres preguntas: ¿Las soluciones técnicas que demanda el Canal del Dique lograrán equilibrar este ecosistema, hecho por el hombre y no pocas veces manoseado por el mismo hombre, en el que los procesos todos están determinados por el agua y donde el agua es un activo para el desarrollo? Cuanto se logre hacer ¿garantizará la vida del Río Magdalena y la vida en el Río Magdalena, sobre todo ahora que el nivel de vida está por debajo del nivel de las aguas? ¿Este canal artificial asimilará las intervenciones que haremos sobre él, o las rechazará?
Pienso que las intervenciones técnicas tienen que adecuarse a un nuevo paradigma de producción menos agresivo, de distribución más equitativa, de consumo responsable y de absorción de los residuos para que no perjudiquen esta arteria hídrica de la que tanto dependen Cartagena y Barranquilla. Para eso necesitamos rescatar lo que la tecnociencia nos quitó: las emociones, los afectos y la sensibilidad. La tecnociencia no sólo las controló y las reprimió sino que además las puso bajo sospecha
Hoy, por fortuna, tanto la mecánica cuántica como la filosofía de la existencia, con Heidegger y Sartre, han hecho posible que la propia ciencia haya superado esta posición reduccionista. Queda demostrado que la objetividad total es una ilusión. En el conocimiento hay siempre intereses del sujeto. Es más, nos convencieron de que la estructura de base del ser humano no es la razón sino el afecto y la sensibilidad.
Hoy es mucho lo que hablamos y conocemos sobre la inteligencia emocional. Ella nos ha aportado que la emoción precede a la razón. Esto se comprende mejor si pensamos que nosotros, los humanos, no somos simplemente animales racionales sino mamíferos racionales. Primero fueron el afecto, el cuidado y la “amorización”. Después fueron la razón abstracta, el concepto y el lenguaje racional.
El gran desafío es dar centralidad a lo que es más ancestral en nosotros: el afecto y la sensibilidad. Nuestra tarea es rescatar el corazón. Allí está nuestro centro, nuestra capacidad de sentir en profundidad, la sede de los afectos y el nicho de los valores. No quiero descartar la razón, todo lo contrario, la tengo que incluir ya que será imprescindible para discernir y priorizar los afectos sin sustituirlos. Hoy, si no amamos esta arteria, sin la cual somos tremendamente vulnerables, no creo que nos podamos salvar. Sin la sensibilidad, la intervención que hagan será insuficiente. Pero una ciencia con conciencia y con sentido ético puede encontrar salidas liberadoras, cargadas de inteligencia y amor.

*Director del Programa de Desarrollo y Paz del Canal del Dique.

ramaca41@hotmail.com

Comentarios ()

 
  NOTICIAS RECOMENDADAS