Columna


La silla ocupada en el Valle

MAURICIO CABRERA GALVIS

13 de mayo de 2012 12:00 AM

MAURICIO CABRERA GALVIS

13 de mayo de 2012 12:00 AM

La sanción de la “Silla Vacía” para los gobernadores y alcaldes destituidos por casos de corrupción sancionados por la Procuraduría o la Contraloría que propuse la semana pasada, es necesaria para sacar a los grupos políticos que han convertido a las entidades públicas en sus feudos clientelistas, pero no basta porque siempre encontrarán atajos para burlar la norma. Es necesario que la ciudadanía reaccione y los votantes no sigan eligiendo a los mismos con las mismas.
Aplicar la Silla Vacía a mandatarios locales es más justificado e imperioso que para los mismos congresistas. El partido o movimiento que avaló a un mandatario que después es sancionado por corrupción no puede tener el derecho de nominar la terna para reemplazarlo, o de presentar candidato a las elecciones atípicas para sucederlo, no solo por razones éticas, sino para proteger el erario y evitar que se lo sigan robando.
Es grave que un congresista sea destituido por cualquier delito, y su partido político debe ser sancionado. Pero es más grave en un Gobernador o Alcalde, porque el congresista no maneja directamente recursos públicos mientras que el mandatario local ejecuta el gasto. Administrar el presupuesto público y saquearlo en muchos casos no es un trabajo individual sino de un equipo nombrado o controlado por el grupo político que eligió al mandatario. No basta destituir a quien ejerce el cargo, sino que hay que remover a sus colaboradores.
La pelea de los grupos políticos por nombrar o elegir el reemplazo de su candidato destituido no es por continuar un programa de gobierno; es por mantener el equipo que maneja el presupuesto y adjudica los contratos. El nombre del reemplazo casi no importa y como pasó en el Valle, para suceder al destituido Abadía pueden escoger a un personaje anodino como Useche, pero que les garantice el control de los recursos públicos.
Aplicar la Silla Vacía en estos caso puede impedir que movimientos como el PIN-MIO, con dos gobernadores destituidos, tengan candidato propio en las siguientes elecciones; pero no basta porque no les evita volver al poder mediante alianzas y coaliciones. Eso puede pasar en el Valle con el candidato elegido por los congresistas de la Unidad Nacional, el conservador Ubeimar Delgado, con quien es posible que el PIN vuelva a gobernar.
Hay que recordar que Delgado ayudó a que Useche fuera elegido gobernador, al mantener su propia candidatura y dividir los votos de los opositores al PIN; recordar que Delgado fue uno de los testigos que presentó Useche en su ceremonia de posesión y que tuvo cuotas en la fugaz administración de Useche.
La silla del Valle la ocupa una clase política que recurre a toda clase de alianzas para mantenerse en el poder. ¿Cómo hacer para que el voto popular cambie esta situación?
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ADENDA. Los infalibles mercados que rechazaron la nacionalización de la empresa petrolera argentina, YPF, y la criticaron por ser un atentado estatista contra la propiedad privada y la libre empresa, hoy aplauden que el gobierno español nacionalice a Bankia, el cuarto banco más grande de ese país. A los apóstoles de la austeridad fiscal y el recorte del gasto público no les importa que se gasten más de 10.000 millones de dólares para salvar ese banco. ¿Ciencia económica o doble moral?

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