Hace poco, subiéndome a una buseta, entraron por la parte de atrás dos jóvenes raperos y empezaron a improvisar en medio de un público indiferente, sólo ellos sabían de qué se trataba todo eso, sólo ellos comprendían su concierto sobre esa tarima de cuatro ruedas.
He decidido componer un rap, en homenaje a esas figuras de trapo, a una corriente artística que tiene sin duda los fundamentos de una religión, pero que basa su fe en la eterna soledad a la que se ven sometidos los artistas, en un dios que no es sino un grafitero pintando letras miserables en la pared del mundo:
Esta voz también es lata que se agita
un espray que expele una ecuación mal
dita una salva explosiva
sobre el muro de la esquina
una antropología canina
que muerde con la saliva
también en el rap se da la vida
también el rap es aspirina
un grafiti es un dibujo y a la vez palabra
escrita
soy la frase tras el hambre
la sílaba de un sample
que repite la amargura de este instante
y si alcanzo a gritar, grito rap
si me alcanza la pared, escribo el rap
porque somos manchas de aerosol
que sobreviven sin algo más
que el latir en la garganta de un bum
clap
rap y mi noche es de neón
rap y el alma es de latón
el rapero es un rápido concepto
entre la tristeza y el flow
un yesquero en medio de mis respiros
una chispa mientras espabilo
un cigarrillo en la boca
que volatiza mis palabras en estilo
el rapero no soy yo, es otro
las palabras no son nuestras:
las hacen por nosotros,
pero eso ya no importa
para algunas personas
hay siempre un rapero esperando
por debajo de la gorra
en la mierda que dejó de ser lo mismo
para volcar sus ángulos al ritmo
rap entre mis labios como un sismo
álgebra verbal y trino, golpe y sonido
rata coloreada de añil en estos sitios
lágrima enlatada, disparo de vidrio
cristal astillado de mis delirios,
esta voz también es lata que se agita
y la ecuación maldita, grita.
*Estudiante de Derecho de la Universidad de Cartagena
orolaco@hotmail.com
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