Columna


La tierra que está en juego

CLAUDIA AYOLA ESCALLÓN

26 de mayo de 2011 12:00 AM

CLAUDIA AYOLA ESCALLÓN

26 de mayo de 2011 12:00 AM

La corporación Nuevo Arco Iris anunció lo que está por venir. El país enfrenta desafíos enormes en la manera cómo se juega el proceso electoral. El futuro de los gobiernos locales está por decidirse, pero no precisamente en las urnas, sino en las mismas prácticas influenciadas por un paramilitarismo sin nombre.
Ahora sin distintivo de las AUC, divididos, sin uniforme, penetran en la política y en la economía urbana, hacen control social en pueblos, y siguen respaldando a algunos empresarios, palmeros y ganaderos.
Neo paramilitares, Bacrim, herederos de los “paras”, o grupos armados ilegales, son la misma pútrida olla a presión enunciada de distintas formas. Entregaron hombres, armas, y cabecillas que enfrentan a la justicia; pero no se entregaron los mandos medios, las rutas del narcotráfico, ni los contactos con miembros de la fuerza pública.
La apuesta por la política está en pie. En época electoral se siente el pulso entre los intereses de estos grupos, que apoyan estratégicamente a candidatos, y pretenden comprar los resultados electorales con dinero o con bala. Si creemos en la fantasía de las desmovilizaciones, y asumimos que no hay paramilitares, entonces tampoco habrá parapolítica en las vinculaciones que los candidatos y políticos negocien con estos grupos.
Sin la guerrilla en el juego, gracias al uribismo –aseguran muchos, yo no-, los nuevos paramilitares se interesan en seguir refundando la patria con la conquista de la tierra. El despojo a campesinos desplazados está a la orden del día. Productivas firmas de palma, fincas ganaderas extensivas, y la minería, van ajustando los linderos al mismo tiempo que las personas desplazadas no vuelven a su tierra.
No bastó con haberles sometido al estado de cosas inconstitucional que dice la Corte, a los desplazados se les quita la misma tierra una y otra vez. Los sacaron a punta de plomo y de igual manera no los dejaran volver. En el mes de marzo pasado llegó un mensaje aterrador a organizaciones sociales de desplazados como Afrodes y Cabildo Indígena, a la CNRR, a algunos líderes de barrios como Nelson Mandela y Pozón, y a las mujeres desplazadas del Comité de seguimiento del auto 092 de Cartagena. Su contenido advertía muerte para aquellos que hablaran de restitución de tierras.
El fin de semana pasado, se movilizó gente de todas partes. De Cartagena salieron carros hacia El Guamo, les aseguraban el pasaje y un generoso sancocho de pato, a cambio de que inscribieran la cédula. Iban con niños mocosos y fueron recibidos por la amabilidad del pueblo. La sentencia, por supuesto, es votar por el candidato, con la promesa de pagarles 50 mil por el voto. 
Estas prácticas inescrupulosas requieren una estructura financiera obvia, fácilmente explicable por los poderes que nunca se han ido de la zona, que establecen control social y político, y que respaldan los intereses de unos pocos con el sacrificio y la sangre de tantos sin tierras que recorren las calles de esta ciudad.

*Psicóloga

claudiaayola@hotmail.com

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