Columna


La universidad en retirada

AP

31 de mayo de 2012 12:00 AM

CRISTO GARCÍA TAPIA

31 de mayo de 2012 12:00 AM

Si es tal que la universidad refleja en su naturaleza y dinámica la sociedad que la concibe y da a luz, y así se ha postulado desde sus orígenes, no es para ponerse a rabiar ni darse por mal servido porque la universidad colombiana en su contexto venga a ser, en buena medida, cuanto es y representa la sociedad colombiana contemporizadora con ella.
Cuanto refleja esa universidad, hoy más enclaustrada que en cualquier otro periodo de su historia, es apatía y desgano por los temas que presuntamente deben convocarla y desafiarla para confrontarlos de cara a una región debatiéndose en la incertidumbre de encontrar las coordenadas de un horizonte que le alumbre su truncado destino de grandeza.
Sí. Porque cuanto percibimos es una universidad, tanto mucha de la regional como de la nacional, pasando fugazmente y con fatigada levedad, si es que pasa, por las vertientes y cruces de las realidades de la Región Caribe y de Colombia.
Así no más; sin detenerse a examinar y cuestionar cuanto en ese contexto hay de pertinente asumir porque denota síntomas que dicen negativamente del cuerpo social en el cual tienen ocurrencia. Y como en los enfermos cuya sintomatología no se muestra tan crítica, pero la enfermedad sí lo es, cuando se dé en aplicar el remedio por retardado resulta inocuo.
A lo mejor sea esa, con la gravedad que entraña dicha percepción, cuanto de forma generalizada percibe claustro adentro la universidad colombiana: una realidad totalmente diferente del caldo que se cocina de sus vallados hacia afuera y que acabará por separarla abruptamente de la realidad humana, social, económica, política y cultural que la circunda, hasta volverla menos real y tangible; menos permeable al trato y roce con el conjunto social que la rodea y con sus variados componentes.
Y más proclive a reproducir el modelo de sociedad permisiva, desinstitucionalizada y laxa impuesto por la corrupción, las mafias, el narcotráfico, la parapolítica, antes que a corregir y deshacerse de lastres que hoy perturban su desarrollo y la sustraen de su involucramiento en la política que conviene y consulta vitales y urgentes intereses de la sociedad colombiana en general y de la Costa Caribe en particular.
Y en cuanto a su particular misión, ya quisiéramos ver a la universidad metida hasta los tuétanos en la política de la calidad y productividad académica; de la ciencia, la tecnología y el humanismo; de la eficiencia y la transparencia administrativa; de la participación activa y permanente de la masa estudiantil en el acontecer dialectico de la universidad.
Esa es la universidad que queremos y reivindicamos los colombianos de todas las regiones. De ninguna manera, la que regentan la parapolítica y su brazo administrativo en la dirección de algunos claustros de estas sabanas y costas, a cuya guarda y tutela se dispone el valioso contingente de promotores del desarrollo, progreso y dignidad que son sus estudiantes. Y, desde luego, la de su agregado humano en general.
Si la revolución idealizada y promovida alguna vez por la universidad ya no es posible, su evolución en pensamiento, obra y acción, sí que lo es.
Y hoy, el tiempo justo que las circunstancias demandan de este valioso capital, cuyo lucro cesante altamente improductivo constituye vergonzante acto de piratería con la historia, la sociedad y la inteligencia.

*Poeta

elversionista@yahoo.es
@CristoGarciaTap

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